Manolo Hernández Douen
Tantas cosas “raras” tiene la Pelota en la Pandemia, que es difícil hallar lo que no cambia.
La bola es redonda y viene en caja cuadrada. Eso sí no se altera, por lo menos por ahora.
Aquellas concurrencias masivas en los parques, tan amplias que a veces eran intransitables hasta en los propios pasillos, van a ser extrañadas en el Béisbol de Lujo, por lo menos en 2020.
|
Ahora el campeonato puede definirse al anotar un corredor desde la intermedia, sin haberse embasado siquiera por las vías normales.
Juegan 10 por cada equipo, ya que ahora el bateador designado existe en la Liga Nacional, pero los suplentes ni siquiera están sentados todos en el banco. Para eso tienen una sección especial en las tribunas, con distanciamento social por supuesto.
Pero lo importante es que el Béisbol de Lujo sí va a disfrutar de un campeón en 2020, aún cuando tenga que jugar solamente 60 partidos en la temporada, en vez de los 162 tradicionales por novena.
Un pelotero no puede saludar con un High Five a un compañero que acaba de pegar un jonrón crucial, ni escupir en ningún momento, a menos que esté tomándose una pausa dentro del baño.
No le extrañe a Usted, amigo televidente, si un lanzador saque un trapito mojado de su bolsillo trasero. Eso es permitido. Lo que no puede es llevarse las manos a la boca en ningún momento de su presencia en la lomita.
Lo más raro que se produce en el apasionante mundo del diamante es que precisamene no existe el apoyo apasionado de la fanaticada, a menos que encuentren la fórmula de que griten y aplaudan esas cartulinas con el rostro o foto favoritas que colocan en los desconsolados asientos vacíos.
Los aspectos extraños no se limitan al diamante. Lo peculiar apenas comienza con la entrada de cada persona al estadio, entre peloteros, dirigentes, instructores y hasta periodistas, para definir si ese ser humano tenga día por día una temperatura adecuada para poner acudir al parque respectivo.
Con una “pistolita” apuntada a la frente, dos veces para estar seguros, examinan a cada uno al llegar al recinto de juego, incluyendo a los comunicadores sociales.
A los protagonistas, se les hace una prueba frecuente a ver si están contaminados con el virus. Si ese examen sale positivo, el jugador es aislado, y no puede reunirse con sus compañeros hasta que no produzca dos resultados negativos, que suele ocurrir alrededor de dos semanas más tarde.
La mascarilla es obligatoria para todos los que no sean peloteros, dirigentes o instructores. En el caso de los uniformados, el manager y coaches suelen usarla, pero los beisbolistas que están en acción no necesitan tener una puesta, especialmente los receptores, que ya sudan demasiado por toda la indumentaria que llevan puesta.
En cuanto a la receptoría, los casos de mayor “peligro” están en el mismo plato, porque en una área muy pequeña se reúnen bateador, catcher y umpire. En ese caso, el árbitro lleva mascarilla por debajo de su careta habitual y supuestamente también debería portar guantes.
Con tantas normas drásticas, pero necesarias, casi “se olvida” lo raro que pasa en el juego.
En el formato del juego mismo hay algo bien raro. Para evitar maratones beisboleros, cada equipo que venga a batear en el extra-inning lo hará con un corredor en segunda base y sin outs en la pizarra. Sería más o menos lo equivalente a que los grandes noqueadores del boxeo se les permita ponerse un yunque dentro de los guantes.
En el concepto mismo de los 30 equipos también se producen cambios. Los Azulejos de Toronto ni siquiera pueden jugar en su propio estadio, por la prohibición del gobierno canadiense. De hecho, cada uno de los otros 29 planteles tuvo sus Campamentos de Verano en los inmuebles en los cuales jugaría sus 30 encuentros en casa y no en sus tradicionales hogares de los Entrenamientos Primaverales en Arizona y la Florida.
Como periodistas, se nos va a hacer raro no entrar en contacto nunca con los protagonistas de la pelota, a menos que fuera por teléfono o por el sistema de Zoom.
Con el tiempo, quizás los historiadores se preguntarán si de verdad era necesario jugar una temporada en esas condiciones.
No obstante, su campeón será legítimo, porque todo lo raro será lo mismo para todos los participantes, a menos que descubran la fórmula de robarse señas ilegalmente con mensajes escritos en las mascarillas.
Hasta pronto y, por favor, nunca pierdan la esperanza.
Comentarios