Manolo Hernández
Douen
El Béisbol de Lujo,
la Gran Carpa, marca la pauta en la pelota profesional mundial.
Por algo se llaman
las Grandes Ligas a los campeonatos de la Nacional y la Americana.
Tanto entusiasmo
tienen en Taiwán, que así celebran al incursionar en el Clásico
Mundial. La pelota de ese país sentó la pauta en 2020. Dos meses más tarde, aún
se espera por las Grandes Ligas.
Hay otros certámenes profesionales de menor nivel que se celebran paralelamente en otros países y en los cuales suelen jugar, además del predominante talento nativo, algunos atletas que han pasado por la meca de la pelota.
Pero esta vez la
carreta va antes del caballo. Debido a la Pandemia, otras Ligas han cantado la
voz de Play Ball, mientras duerme la acción en los Estados Unidos.
Primero abrieron
fuegos en Taiwán, cuya modesta Liga de cuatro equipos comenzó a celebrar sus
encuentros en la aurora del mes de abril.
Tanto ha sido el
éxito de ese campeonato, que ha dado un modesto, pero claro ejemplo de cómo se
puede jugar pelota sin arriesgar la salud, que en Taiwán comenzaron a aceptar
unos 1,000 fanáticos por juego desde comienzos de mayo.
Corea del Sur, que
cuenta con 10 franquicias, dio el siguiente pasado, al arrancar su certamen el
5 de mayo.
Tanto interés ha
generado ese béisbol sudcoreano, que es o más o menos equivalente a la Doble
“A” en los Estados Unidos, que sus ejecutivos firmaron contratos para que sus
partidos fueran televisados a través de una poderosa cadena norteameircnaa.
Japón, cantera de muchos
peloteros talentosos para las Grandes Ligas, contemplaba inaugurar su certamen
el 19 de junio, aunque el contagio de una de sus principales estrellas a
principios de este mes ha generado algunas interrrogantes. De todos modos, sí
se va a jugar en la Tierra del Sayonara.
Las Grandes Ligas
dieron un paso importante cuando los gobiernos de los estados en los cuales están
sus equipos – especialmente California, que cuenta con cinco de estos –
comenzaron a dar el visto bueno para que sus parques puedan ser utilizados
para la acción beisbolera.
Obviamente, la
preocupación por la Pandemia es una barrera que no se ha podido superar, pero
el Béisbol de Lujo ha encarado problemas de otra índole que lucen preocupantes,
cuando ya está por expirar la primera semana de junio.
Desde abril se
contemplaba que podría jugarse todo el campeonato en los parques donde entrenan
los equipos en Arizona y la Florida, lo cual lucía alentador.
Más promisorio
todavía es la posibilidad de que los 30 equipos sí pudieran jugar en sus
respectivos escenarios.
La sombra de
discusiones contractuales, empero, no ha sido resuelta, al punto de que no
falta quien se pregunte si en verdad se jugará pelota en 2020.
Supuestamente, tales
son las diferencias entre las máximas autoridades de las Grandes Ligas y la
respectiva Asociación de Peloteros, que las propuestas sobre cómo debe jugarse son
demasiado contrastantes.
Una fórmula sugería
que se deberían jugar 82 partidos por equipo. Otra alternativa era que se
llevasen a cabo 114 cotejos por novena. La más reciente saca a la luz pública
la irrisoria cantidad de 50 encuentros por divisa.
La base de todo esto es
que ninguna de las dos partes ha dado su brazo a torcer, no por la forma de cómo
deberían encarar las posibles consecuencias de que se va a jugar en las actuales condiciones de salud, sino por
la forma como debería distribuirse la enorme tajada súper billonaria del
apasionante mundo del diamante.
Los peloteros han ganado
sus derechos a través de muchos años de lucha en la era de la libre agencia.
Los equipos buscan la
manera de perder la menor cantidad de dinero posible, en un año en el cual no
van a contar con el beneficio de recaudaciones masivas.
A medida que pasa el
tiempo, se cierra la ventana para una temporada de una razonable cantidad de
juegos.
Hay que ser
optimistas, a sabiendas de que ambas partes no van arriesgar que no se juegue
pelota alguna con la consecuencia de que el diamante sufra un golpe tan fuerte
como cuando se produjo la huelga de 1994-95.
La solución puede
llegar de la noche a la mañana. Más les vale. El riesgo pudiera ser perder
mucho más de lo que actualmente discuten.
Hasta pronto y, por
favor, nunca pierdan la esperanza.
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