Manolo Hernández Douen
La Serie Mundial de 2001 fue histórica, al vencer los
Diamondbacks a los Yankees.
La calidad fue excelente, pero lo curioso es que la serie se definió el 4 de noviembre.
Nadie se hubiera
podido imaginar previamente que el tradicional Clásico de Octubre no se
definiera en ese mes, pero las horribles circunstancias de los ataques
terroristas del 11 de septiembre de aquel año obligaron a un cambio dramático
en la programación beisbolera.
La situación que vive actualmente todo el
planeta amerita ahora una solución enérgica, si es que se quiere salvar la
mayor cantidad de juegos posibles en 2020, sin exponer la salud de sus protagonistas.
Ya están sobre el
tapete algunos supuestos planes de la Oficina del Comisionado.
El primero – expuesto
por un colega de ESPN – sería que los 30 equipos tuvieran su base en parques de
Arizona, para juegos a celebrarse en ese estado a partir del mes de mayo.
El segundo – revelado por USA Today – sería que 15 de
las novenas mantuvieran sus bases primaverales en la Florida y las otras 15 en
Arizona. Al jugarse en esas condiciones, tendrían que estructurarse las
franquicias en divisiones fragmentadas absolutamente desde el punto de vista
geográfico, totalmente diferentes a las actualmente existentes.
Quizás esos planes o la unión de ambas ideas, puedan
derivar en una solución.
Sobre todas las
cosas, la intención de que sí se desea que arranque la temporada es un canto al
optimismo, a la buena motivación para que el deporte de los bates, guantes y
pelotas aporte algo para devolverle parte del entusiasmo a un público embargado
en una pesadilla.
En ambos casos, por supuesto, la temporada arrancaría
con juegos sin público en las tribunas, para minimizar los riesgos de posibles
contagios en masa.
En cada una de esas posibles soluciones, se implica
que estaría totalmente descartada una temporada completa de 162 juegos por
equipo.
¿Y qué tal si se
explora una tercera posibilidad, en la cual los riesgos pudieran ser aún
menores, con mayor posibilidad de que cada novena juegue su calendario completo?
El que la meca de la pelota abriera sus parques a mediados de junio y que las cerrase
a mediados de diciembre, pudiera ser esa situación viable que necesita la
pelota.
Bajo esta teoría, los
equipos pudieran comenzar a practicar desde la tercera semana de mayo, por un
lapso de tres semanas, incluyendo los juegos de preparación que se celebrarían
hasta la segunda semana de junio, inclusive.
Si se juega desde mediados de junio hasta la primera
semana de diciembre, inclusive, pudiera estructurarse el calendario de manera
de que cada equipo celebre sus 162 partidos.
La postemporada,
incluyendo la Serie Mundial, pudiera celebrarse luego en estadios
neutrales, decididos de antemano entre todos los que tengan techo.
En este sentido, pudieran jugarse el partido entre
comodines y las Series Divisionales en San Petersburg, hogar de los Rays de
Tampa Bay y las Series de Campeonato y Serie Mundial en el Chase Field de
Arizona, casa de los Diamondbacks de Arizona.
¿Por qué esos
escenarios para juegos tan importantes? La razón principal es el clima. Los
aficionados y los respectivos partidos no tendrían a estar expuestos a posibles nevadas, como las que suelen
comenzar a producirse en octubre en las metrópolis del Este y otras del Centro,
como por ejemplo las ciudades gemelas, hogar de los Mellizos de Minnesota.
Si un plan de estas
características se pone en marcha, tendría que reestructurarse de una vez el
calendario completo, para que los equipos de ciudades en las cuales el intenso
frío e inclusive nieve pudieran afectar los juegos en octubre o noviembre,
disputen la mayoría de sus partidos en casa en junio, julio, agosto y
septiembre.
Con esta idea, los
equipos no estarían sometidos al rigor del tremendo calor diario de unos
92 a 96 grados fahrenheit que suele imperar en mayo en Arizona, que es la
crítica principal al actual Plan Uno o tener que cambiar la estructura de los
equipos que juegan en cada Liga, que luce como un exabrupto
del Plan Dos.
De paso, comenzar a mediados de junio abre un mayor
compás para que se tenga que jugar menos encuentros sin público en las tribunas,
aunque nadie puede adivinar en estos momentos la fecha exacta en la cual se
enderece por completo la curva de contagio por el corona virus.
Sea como fuera, la
palabra “normal” ya no va a estar de ninguna manera en el calendario de las
Grandes Ligas en 2020.
Sin embargo, es hora de buscar soluciones para
“salvar” la mayor parte, sino toda, de la temporada que iba a comenzar a fines
de marzo.
Hasta pronto y, por
favor, nunca pierdan la esperanza.
Comentarios