Manolo Hernández Douen
Los Rockies de Colorado ya sabían que tenían un
diamante en bruto en Germán Márquez.
A la vuelta de pocos años, ahora saben que el derecho es un abridor de altos quilates.
A la vuelta de pocos años, ahora saben que el derecho es un abridor de altos quilates.
Márquez, de San Félix, ciudad del estado Bolívar –
sureste de Venezuela – viene de ser en 2018 uno de los lanzadores jóvenes con
mayor durabilidad y habilidad para ponchar adversarios en toda la Liga
Nacional.
Con cada apertura, parece mejorar como
serpentinero. Para nuestra un botón: su blanqueada de un hit frente a los
Gigantes el domingo 14 de abril de 2019 ha sido una de las mejores proezas de
pitcheo de lanzador visitante alguno en la historia de San Francisco. Nadie ha
dejado sin hits a la novena de Naranja y Negro en su parque inaugurado en el
2000.
“Ha mejorado la consistencia de sus envíos desde
mediados de 2017”, analizó el dirigente de los Rockies, Bud Black. “Se debe al
trabajo que ha hecho con los instructores y por su propia cuenta, para poder
repetir con cada lanzamiento la forma de cómo y desde donde suelta la bola”.
Adquirido de los Rays de Tampa Bay el 8 de septiembre
de 2016 en una transacción en la cual estuvieron envueltos otros tres peloteros,
Márquez sobresalió como abridor de Colorado en 2017, pero en 2018 disfrutó de
una campaña consagratoria como uno de los mejores de su oficio en el Viejo
Circuito.
Su registro de 14-11 el año pasado, con efectividad de
3.77, le permitió ser un abridor de alta confianza con los Rockies. Trabajó
en 196 episodios y sus 230 ponches apenas fueron superados por otros tres
lanzadores de la Nacional.
“A principios de su carrera tenía la tendencia de ser
demasiado emocional y eso afectaba su pitcheo”, expresó Black. “Ha progresado
en eso. Su aplomo ha mejorado mucho y eso es algo por lo que ya no debemos
preocuparnos”.
La combinación de la calidad y la juventud de Márquez derivó
en una extensión contractual por cinco años y $43 millones, pocas
veces dada a un pitcher casi a inicios de su trayectoria.
“Quería ser [por largo tiempo] un Rockie y entendió la
seguridad que éso le brinda, cosas con las cuales coindició con la forma de
pensar del equipo”, precisó el ex pitcher zurdo Black. “Al estar asegurado por un período
[considerable] de tiempo, eso le brinda un nivel de comodidad. Puede
concentrarse en el béisbol, sin pensar en su contrato, ni en su salario. Eso
ayuda a muchos peloteros”.
Valga subrayar que Márquez ha evolucionado desde el
punto de vista de la técnica de su pitcheo. Antes dependía de su velocidad a
promedio de 96-97 millas por hora y una curva devastadora para los bateadores,
que usa bastante en dos strikes. Con el tiempo ha sumado una slider. En aquella
tarde mágica en San Francisco, calificada como “una joya” por Black, le funcionaron
bien sus cuatro pitcheos, incluyendo el cambio de velocidad.
“Pienso que necesito seguir haciendo el mismo trabajo
que he venido haciendo durante todo este tiempo que he estado en las Grandes
Ligas, tratar de no cambiar en lo absoluto”, manifestó Márquez. “He adquirido
bastante experiencia desde que llegué a las Mayores y eso me ha ayudado mucho.
He mejorado bastante como pelotero. La localización ha sido parte fundamental
de ese crecimiento”.
Las metas que se ha propuesto Márquez son claras y a la vez ambiciosas.
“Como pitcher, ganar el Premio Cy Young y como
integrante del equipo quiero ayudarlo a ganar una Serie Mundial”, declaró el joven
sudamericano.
Si obtiene cualquiera de estas dos cosas, Márquez
escribiría otra página histórica. Nunca un pitcher ha ganado un Cy Young por
los Rockies, que juegan en un paraíso para los bateadores. Y esa novena tampoco
ha conquistado un Clásico de Octubre.
No fue tan difícil para esta promesa convertida en
realidad el adoptar la decisión de firmar un contrato de largo alcance.
“El personal, los peloteros, el equipo, la fanaticada, son realmente
grandiosos”, precisó Márquez del tiempo que ha pasado con los Rockies.
“Colorado me dio la oportunidad de llegar aquí. ¿Cómo no aprovecharla?
Por si fuera poco su desarrollo como serpentinero,
Germán es tan rendidor a la ofensiva que en 2018 fue el único lanzador con más
de 40 turnos [con excepción del japonés Shohei Ohtani, de los Angels de
Anaheim] capaz de batear para .300. Eso le permitió llevarse el tercer Bate de
Plata en la historia de los Rockies y el primero desde que Mike Hampton ganase
dos al hilo en 2001-2002.
“Sí, 2018 fue muy bueno para mí, bastantes cosas
buenas me pasaron”, concluyó Márquez, que aspira a lograr un 2019 aún más
fructífero con los Rockies.
Hasta pronto y, por favor, nunca pierdan la esperanza.
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