Manolo Hernández Douen
Ir de lanzador a cuarto bate en Grandes Ligas es algo muy
poco común.
Ese paso es casi imposible con poca experiencia en la meca
de la pelota.
Las líneas de David Peralta en 2016 pudieran ser un factor
enorme en las aspiraciones de su equipo en el Oeste de
la Liga Nacional.(Foto: cortesía de Jennifer Stewart/Arizona Diamondbacks). |
Para David Peralta, empero, no hay metas imposibles, siempre
y cuando se trabaje fuerte y se tenga una disposición dorada para lograr sus
objetivos como pelotero profesional.
Peralta, bateador zurdo de 28 años de edad, acude a la
temporada de 2016, su tercera en las Ligas Mayores, con una confianza plena del
dirigente de los Diamondbacks de Arizona, Chip Hale, que ya ha proclamado que el
venezolano va a ser su jardinero derecho titular.
Firmado como lanzador por la organización de los Cardenales
de San Luis en 2004, Peralta, de Valencia – capital del estado Carabobo, al
norcentro de su patria- es el clásico ejemplo de la validez de la frase que
reza “el que persevera alcanza”.
¿Quién iba a imaginar que una otrora promesa descartada de
su antiguo amor debido a lesiones iba a ser el cuarto bate y protector del
estelar primera base Paul Goldschmidt en 77 juegos de los Diamondbacks en
apenas su segunda campaña en la Gran Carpa?
“Es una amenaza [con el madero] al igual que teníamos en
Oakland con [Yoenis] Céspedes”, declaró en aquel momento Hale, ex instructor de
banca de los Atléticos, a una pregunta de Béisbol por Gotas. “Ha aprendido a
batear por todo el terreno y eso ha mejorado tanto su promedio como el número
de boletos recibidos”.
Los números no mienten. Debutante en las Liga Mayores el 1
de junio de 2014, Peralta bateó para .286 con promedio de embasamiento de .320
y subió a .312 y .371, respectivamente en 462 turnos en 2015. Sus 10 triples
encabezaron el Viejo Circuito en la
justa más reciente.
Algo más importante todavía es que está “fresquecito” como
bateador, porque apenas comienza una segunda carrera como tal.
“No se le puede medir la edad por la que tiene, porque
solamente cuenta con dos años bateando [en las Grandes Ligas]”, comparó Hale.
“Le espera una trayectoria larga”.
Los Diamondbacks se la juegan con Peralta, no solamente como
buen pelotero para el presente sino como inversión para el porvenir, porque
todavía lo tienen bajo control por un quinquenio completo.
La habilidad que tiene Peralta no está allí porque se le
apareció su Hada Madrina con una varita mágica, sino por su enorme esfuerzo y
por estar dispuesto a jugar donde solamente lo hacen novatos, prospectos, lesionados
y/o desahuciados.
“Después de que me dejaron libre los Cardenales, quise
intentar volver como lanzador, a ver si podía buscar otro chance, tuve dos
operaciones en mi hombro”, relató Peralta a Béisbol por Gotas en palabras que mantienen su vigencia.
“Todavía estaba joven, pero el brazo no dio lo que yo quería”.
Al analizar el vuelco positivo que ha dado Peralta uno no puede evitar pensar en Víctor Davalillo, uno de los artilleros
más grandiosos en la historia de Venezuela, que también era pitcher
antes de convertirse en bateador zurdo de altos quilates.
En el caso de Peralta, la transición fue por necesidad.
Cuando el cuerpo no da más para una función, quedan dos vías: rendirse y
ponerse a llorar o explorar nuevos horizontes para llegar a la meta anhelada.
“Tomé la decision de renunciar como pitcher, más no al sueño
que tenemos todos los peloteros de llegar a las Grandes Ligas”, enfatizó
Peralta. “Siempre me gustaron las dos cosas y sabía batear un poco. Lo que hice
fue entrenar físicamente, prepararme, trabajar fuerte todos los días, practicar
y poco a poco se fueron dando las cosas”.
“Jugué en Venzuela en la Liga Bolivariana [circuito
semiprofesional veraniego], a probar para ver si podía tener la capacidad para
volver al béisbol organizado como bateador. Y se dieron las cosas bien”.
La “graduación” como bateador de respeto se produjo en su
cuarta temporada en la exigente liga invernal venezolana -otro horizonte mucho,
mucho más arduo que la Liga Bolivariana-, donde bateó para .319, con 32
carreras impulsadas en 55 juegos con los Bravos de Margarita en la campaña
2014-15.
Cada año, miles de jóvenes en diferentes naciones de varios
continentes firman contratos para tratar de llegar a alcanzar la meta que ya ha
alcanzado Peralta, pero apenas un puñado de ellos puede disfrutar de la
satisfacción de ponerse siquiera un uniforme de las Grandes Ligas aunque sea
por un par de encuentros.
Para Peralta, el camino es todavía largo y su reto para 2016
es más grande todavía. Se le va a pedir jugar a diario contra todo tipo de
lanzadores, mudarse del bosque izquierdo al derecho –aunque ya ha iniciado en
esa posición en 49 partidos en la Gran Carpa- y alinear usualmente en los
turnos de poder (3-4-5-6) de la alineación de Hale.
Súmele a esto el hecho de que los lanzadores ya lo conocen
mejor y van a hacer muchos ajustes para tratar de sacarlo out con regularidad.
Por si la torta a comer no es suficientemente grande, vale
apuntar que después de gastar una millonada en Zack Greinke y reforzar
considerablmente su pitcheo, ya los Diamondbacks van no solamente por ser
comparsa sino por tratar de convertir el Oeste de la Liga Nacional en una
batalla tripartita entre los Dodgers de Los Ángeles, los Gigantes de San
Francisco y la franquicia del Valle del Sol.
Pero, ¿Quién puede apostar contra un pelotero que ha
demostrado hasta ahora que es tan grande como la muralla que se le pueda
presentar?
Hasta pronto y, por favor, nunca pierdan la esperanza.
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