Manolo Hernández
Douen
Es un adversario tan, pero tan
temible que hasta sus oponentes lo admiran y respetan.
“Es una espina bien
seria clavada en nuestro costado”, calificó el manager Bob Melvin.
Erick Aybar, la
agresiva chispa de un gran campeón que busca el anillo de Serie Mundial para
compartirlo con su familia. (Foto: cortesía de Los Angeles Angels).
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“Hits enormes,
tremendas jugadas, le encanta estar allí con hombres en posición anotadora”,
calificó Melvin a una pregunta de Béisbol por Gotas. “Y es uno de los mejores
paracortos de las Grandes Ligas”.
Melvin, dirigente de
los Atléticos de Oakland, se refiere naturalmente a Erick Aybar, orgullo de la
tierra del merengue que sin duda es uno de los pilares de los Angelinos (por
favor, no queremos llamarlos de Los Angeles porque no juegan allí) de Anaheim.
En un equipo
conformado por estrellas de la talla de Josh Hamilton, Mike Trout y el futuro
integrante del Salón de la Fama Albert Pujols, la bujía que prende la mecha de
los campeones del Oeste de la Liga Americana es un diminuto pelotero de la
República Dominicana que camina por allí sin ínfulas de grandeza.
Ni se le ocurra a
usted insinuarle a Mike Scioscia –como parte de una pregunta- que Aybar es un
pelotero “sólido”, en comparación con aquel alfeñique que se la pasaba
lesionado en la aurora de su carrera.
“Es mucho más que
un ‘pelotero sólido’”, atajó el manager de los Angelinos a la pregunta de
nuestro hogar beisbolero. “Es un Guante de Oro, uno de los mejores
robadores y tocadores de bola del béisbol, un impulsador de carreras enorme a
la hora buena”.
Los números de Aybar
le dan la razón a Melvin, Scioscia y todos los que lo admiran de cerca o de
lejos, pero hay que ver jugar al veloz torpedero dominicano para palpar la
verdadera dimensión de su juego. Siempre está listo para hacerle daño a su
adversario de una u otra manera, bien sea con su astucia en las bases, su
habilidad para producir cuando toda la carne está en el asador o una jugada majestuosa.
De 30 años de edad,
el ambidextro inició el fin de semana final de la temporada regular de 2014 con
cifras topes personales en hits (164), carreras (77), carreras impulsadas (68),
juegos (154) y hasta boletos recibidos (35).
El dominicano que ha
bateado en todos los turnos de la alineación de los Angelinos con excepción del
tercero es el primer paracorto de la novena que anota 75 carreras o más desde
el colombiano Orlando Cabrera en 2007.
Y ni se diga de su
defensa. Ganador de su primer Guante de Oro en 2011, Aybar inició 2014 con el
tercer mejor porcentaje de fildeo (.972) de la historia de los Angels, superado
apenas por Dick Schofield y Gary DiSarcina, dos peloteros que ni remotamente le
darían la talla como atacante.
Uno de los mejores
paracortos titulares de la pelota, Aybar ha logrado cosas que muy pocos
esperaban de aquel joven que sufría varias lesiones al igual que su buen amigo
y entonces compañero de equipo, el venezolano Máicer Iztúris, en la aurora de
su trayectoria en la meca del béisbol.
“Ha sido una
bendición”, calificó Aybar de su rendimiento de 2014 en su conversación para
los lectores de Béisbol por Gotas en la visita final de los Angelinos al
Coliseo de Oakland. “Gracias a Dios no he tenido ninguna lesión este año, he
estado ciento por ciento.
“Creo que se debe a
la madurez, cuando uno está aprendiendo más de este juego uno sabe en la mente
que tiene que trabajar un poco más”, analizó Aybar. “Es necesario descansar, no
abusar del cuerpo. Trato con mis ejercicios de mantenerme en forma.
“Siempre vengo
temprano y trabajo con los muchachos que están aquí, ellos son los que me están
ayudando”, agregó Aybar.
Esas excelentes condiciones
y el deseo por jugar le permiten no solamente alinear con brillo en las Grandes
Ligas, sino de paso desplegar su enorme calidad en los diamantes quisqueyanos
con los Tigres de Licey y de paso defender los colores de su patria en el III
Clásico Mundial, ganado de forma invicta en 2013 por el equipo dirigido por
Tony Peña.
“A uno le gusta jugar
mucha pelota y es un orgullo mío jugar [también] en la República Dominicana”,
reveló Aybar. “Tengo familia allá que no puede venir aquí. A veces juego más que
todo por eso, por la familia, que comparte conmigo y viene al estadio.
“Todavía no te sé
decir [si juega con el Licey en la temporada 2014-15]”, confesó Aybar. “No
sabemos a donde llegaremos [los Angels]. Si tengo la oportunidad claro que voy
a jugar allá’’.
Por supuesto, su meta
suprema es obvia.
“Me gustaría ganar
[una Serie Mundial], tener un anillo”, simplificó Aybar. “Ya que estamos en los
Play-Offs lo que uno busca es un anillo, para dárselo a la familia y
compartirlo con ellos. Es lo que busca todo pelotero”.
Todavía es demasiado
temprano para que los Angelinos lleguen siquiera a esa gran final beisbolera y
mucho menos para analizar si pudieran obtener o no su segundo trofeo absoluto y
primero desde 2002, cuando derrotaron en siete juegos a los Gigantes de San
Francisco en el Clásico de Octubre.
(Valga apuntar que
2002 fue precisamente el año del debut de Aybar en la pelota profesional
norteamericana. En ese entonces bateó para .326 y fue uno de los peloteros
estelares de su respectiva liga menor).
Si tienen derecho a
soñar todavía con eso, empero, es por el rendimiento de este pimientoso
pelotero de Baní, República Dominicana.
Hasta pronto y, por
favor, nunca pierdan la esperanza.
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