Manolo Hernández Douen
El drama aumenta, la intensidad crece, los
aficionados se comen las uñas hasta los codos.
Pero llega Mariano Rivera y con la precisión de un
cirujano le pone punto final a la agonía.
![]() |
Con la misma calidad
de siempre, Mariano Rivera, un grande entre los grandes, da los pasos finales
hacia el Salón de la Fama del Béisbol de Lujo.
(Foto: cortesía de New York
Yankees).
|
Parece todo tan sencillo. Lo ha hecho tantas y tantas
veces, durante y después de la temporada, que cualquiera puede
imaginarse que es como comerse una perita en dulce.
A sólo tres meses de colgar los spikes como pelotero,
el grande de Panamá tiene una respuesta precisa para el que se imagina que
salvar un juego es pan comido.
“No es fácil, este trabajo no es fácil”, aseguró
Rivera antes de una de sus series finales en el estado de California. “No es
porque lo haya hecho por ciertas temporadas quiere decir que es fácil. Siempre
el juego está en la línea. Tienes que tener tu mejor juego para ese día o si
no, no lo haces. Tienes un número grande [de probabilidades] de perder el
juego”.
Esto lo afirma Rivera con la misma convicción con la
que entra a ponerle el out 27 a un juego del Béisbol de Lujo, una faena mágica
que lo ha convertido a través de los años en el mejor cerrador de la historia
del apasionante mundo del diamante.
Tantos logros fabulosos ha sumado Rivera, desde su primer
salvamento el 17 de mayo de 1996 frente a los entonces Angelinos de California
hasta superar a Trevor Hoffman como el número de todos los tiempos con su #602
el 19 de septiembre del 2011. Todos son fiel testimonio a su carrera legendaria.
Dos campañas con 50 ó más rescates en 2001 y 2004,
seis más por encima de los 40, 42 en la postemporada, salvados en más de 70 partidos iniciados por Andy Pettitte. Números formidables los tiene por
doquier.
Todos los que aman este hermoso deporte lo consideran
el mejor. Todos con excepción del propio Rivera.
“Nunca he pensado que soy el mejor”, expresó Rivera.
“Simplemente he tenido la oportunidad de estar en equipos buenos. He tenido
oportunidades, he tenido muchachos delante de mí que han hecho el trabajo.
También he tenido que hacerlo muchos años en el octavo y noveno innings’’.
Esa formidable trayectoria de éxitos parecía haber
llegado a su final el 3 de mayo del 2012 en Kansas City, cuando se lesionó la
rodilla derecha de tal forma al fildear elevados en una práctica de los Yankees
que tuvo que perderse el resto de la campaña. Exámenes posteriores revelarían
que sufrió un desgarre de ligamentos.
Parecía haberse escrito entonces el capítulo final de
su carrera, pero Rivera se dijo que no quería irse del diamante de esa manera.
Es por eso que no le sorprende que haya podido ser tan efectivo en el 2013 como
lo ha sido siempre.
“Creo que es lo que esperaba”, contestó Rivera a una
pregunta de Béisbol por Gotas. “Le pedí a Dios que si no era de esta manera no
me permitiera lanzar. No quería venir y no hacer el papel que he desempeñado
por 19 años. Mi petición y oración hacia mi Dios era que tuviera la oportunidad
de hacerlo, de ayudar a mi equipo lo más que pudiera y salir con la frente en
alto”.
Es así como Rivera iniciaba el mes de julio con 26
juegos salvados en el 2013 –una sola oportunidad desperdiciada- y 634 en total.
Su efectividad de 1.55 es la mejor desde que logró una de 1.40 en el 2008.
Su rendimiento es una de las razones por las cuales
los Yankees se mantienen relativamente cerca de la vanguardia, jugando por
encima de los .500 en una División Este de la Liga Americana tan cerrada que un
verdadero trabuco pudiera concluir en el sótano sea cual fuera ese equipo.
“Pese a todas las lesiones que hemos tenido, estamos
compitiendo, estamos trabajando fuerte”, analizó Rivera. “Es lo que queremos
mantener, cerca o si no en el primer lugar. ¿Por qué no?
“Tenemos una ardua temporada, con la mayoría de los
muchachos del cuadro primero lesionados, pero tenemos que seguir adelante con
lo que tenemos”, comentó el panameño con el entusiasmo de un muchacho de 22
años. “No podemos sentirnos mal o pensar que la gente nos va a jugar suave
porque estemos lesionados. Tenemos que jugar duro con lo que tenemos. Tenemos
habilidades y talento para ganar”.
Se pregunta uno al ser testigo de que Rivera conserva
intacta su capacidad para hacer el trabajo de una manera hermética -y obviamente
sus palabras reflejan que sigue vivo su carácter competitivo-, si acaso no quedará
un poco más de Mariano para el 2014.
La tentación de Béisbol por Gotas era grande por
preguntarle al respecto, pero la respuesta fue clara y contundente.
“No hay un ‘maybe’, un quizás, no hay un sí acaso,
esto es definitivo”, puntualizó en la visita final de los Yankees a Oakland a
comienzos de junio. “Es algo que está muy bien pensado. Está puesto en las
manos de Dios. No es lo que yo estoy haciendo, sino lo que EL me está
permitiendo hacer.
“Estoy gozando mi temporada, sea como sea, salga como
salga, quiero gozar mi temporada, disfrutarla y darle gracias a todo el mundo
que pueda, a todos los fanáticos, a toda la gente que conozca el béisbol”,
agregó el súper veterano de la lomita.
Quizás el mundo beisbolero pueda verlo hacer realidad
su sueño final como pelotero, que es lanzar el out final de la Serie Mundial
número 28 ganada por sus queridos Yankees.
Aunque no sea así, el planeta beisbolero lo va a
extrañar mucho. Hemos sido bendecidos por haber sido testigos de la gloriosa
carrera de un grande entre los grandes.
Hasta pronto y, por favor, nunca pierdan la esperanza.
Comentarios