Manolo Hernández Douen
Pero a veces esa esperanza surge de una plataforma ensamblada con más futuro que presente.
Oswaldo “Ozzie’’ Guillén salió bien librado de su primera experiencia en San Francisco como dirigente de los Marlins ya que la novena de la Capital del Sol barrió la serie de tres encuentros. |
Expectativas. A veces pesan más que un collar de cemento puro.
¿Por qué se esperaba tanto de inmediato de los Marlins en 2012 cuando su propio dirigente, el venezolano Oswaldo “Ozzie’’ Guillén considera que lo mejor de esta franquicia está en el porvenir?“Las expectativas [se produjeron] por la misma gente de relaciones públicas, de mercadeo, la prensa’’, comentó Guillén en el hogar de los Gigantes, antes de que su equipo barriera con la tropa de Bruce Bochy, otrora compañero de equipo del timonel de los Peces. “[Se produjeron] porque [los Marlins] hicieron tres cambios o porque gastaron dinero en tres peloteros.
“Pero tienes que acordarte que tenemos cuatro niñitos en el terreno de juego’’, advirtió Guillén, refiriéndose a peloteros bien talentosos, pero bien jovencitos como los jardineros derecho e izquierdo Giancarlo Stanton y Logan Morrison, respectivamente, y el primera base Gaby Sánchez. “Este equipo es bastante joven. Lo que hay que tener es paciencia con ellos.“Hay que dejar que jueguen, que hagan el proceso de lo que necesitan realizar a diario’’, expresó el estratega sudamericano. “No es fácil decirle a ellos ‘tienes que ganar’ a los 20 años. Son unos niñitos sin experiencia. Hay que darles confianza, hablar con ellos, tratar de que no se metan presión’’.
Los peces de la Capital del Sol abrieron el mes de mayo de una manera bien positiva al barrer en San Francisco, donde comenzó a vislumbrarse un mejor panorama para la novena que tuvo un registro discreto de 8-14 en abril. Y el éxito hilvanado en la Bahía prosiguió frente a los Padres de San Diego.Una de las razones para esta recuperación de los Marlins es que la novena pudo respaldar un poco mejor a un cuerpo de pitcheo que mereció mejor suerte en el mes inicial de la campaña. Pese a lograr solamente cuatro juegos salvados en 10 oportunidades, los lanzadores miamenses se fueron de la Bahía con una efectividad de 3.39, décima en las Grandes Ligas.
“Ahorita [el paracorto dominicano José] pasa por un mal momento, pero ya está tirándole mejor a la bola [tenía porcentaje de .216 al arrancar el tercer choque de la serie] y Hanley [el tercera base quisqueyano Ramírez] tuvo una semana bastante buena, ya que le estaba haciendo swing a lanzamientos malos, estaba desesperándose’’, comentó Guillén.Para el dirigente venezolano que hasta la pasada temporada condujo las riendas de los Medias Blancas de Chicago en la Liga Americana, Reyes y Ramírez encajan en el concepto de peloteros jóvenes que ya tienen cierta experiencia en el Béisbol de Lujo, pero que necesitan moldearse como jugadores encaminados hacia una filosofía ganadora que no habían experimentado previamente.
“Nunca han jugado en equipos ganadores o en novenas que supuestamente tenían que ganar’’, expresó el ex paracorto venezolano. “Una cosa es jugar pelota todos los días y otra es jugar pelota para ganar todos los días. Son dos experiencias diferentes. Es lo que le estoy diciendo a los dueños del equipo’’.No obstante, Guillén tiene la convicción plena de que en un momento dado se va a producir una combinación ideal entre los peloteros más experimentados y los jóvenes que arroje como saldo un plantel muy bien encaminado con miras al porvenir.
Parte de eso se vio en San Francisco, donde además del buen pitcheo de los Marlins se notó que pueden ser una excelente combinación de velocidad (el jardinero central dominicano Emilio Bonifacio tenía de 12-12 en intentos de robo) y poder (Stanton la sacó en noches consecutivas de un parque conceptuado como un paraíso para los serpentineros).“Yo tengo mucha confianza en ellos porque creo que el talento nos va a llevar a donde queremos llegar’’, enfatizó el nuevo manager de la novena de la Capital del Sol que hizo historia como primer y único latinoamericano ganador de una Serie Mundial como piloto con los Medias Blancas en 2005.
Una cosa que bien puede haber ayudado a los Marlins a levantar vuelo en la Bahía es la insistencia de Guillén con sus jugadores de que no es necesario que piensen que cada uno debe llevar al equipo sobre los hombros de un solo golpe.
“Que los peloteros me dejen la presión a mi’’, recalcó Guillén. “Los problemas con la prensa, con los fanáticos, con los dueños, con el gerente, que me lo dejen todo a mí. Yo estoy acostumbrado a eso. Que ellos salgan a jugar pelota. Se los dije en el mitin [antes de la serie en San Francisco]. Ustedes ganen juegos, yo los pierdo. Yo me encargo de lo demás, es mi manera de ser’’.
No es que el bateo haya despertado de una manera ruidosa en San Francisco, porque después de todo los tres juegos fueron bien cerraditos como suele caracterizar a la mayoría de las confrontaciones de cualquier novena ante un pitcheo tan hermético como lo es el de los Gigantes, pero por lo menos hizo lo suficiente para respaldar faenas de altura de Ricky Nolasco y los venezolanos Carlos Zambrano y Aníbal Sánchez.
Si de algo puede sentirse especialmente orgulloso Guillén es de la forma como rindieron sus brazos en el primer mes de la temporada al asegurar que los Marlins estuvieron envueltos en la mayoría de los juegos disputados en ese lapso.
“Lamentablemente no le sacamos provecho a ese mes que pasó’’, recordó Guillén. “Hemos lanzado bien. No dimos los hits grandes, perdimos juegos que tuvimos chance de ganar’’.
Pánico es una palabra que no existe en el diccionario de un hombre controversial para algunos, franco para otros.
“Hay que llevar las cosas poco a poco y no dejarse guiar por el pánico’’, simplificó Guillén. “Si uno se pone las manos en la cabeza y demuestra que está asustado esto se va a convertir en un fiasco. Estamos con la cabeza en alto, trabajando duro todos los días’’.
¿Estarán en condiciones los Marlins de ganar pronto la División Este por primera vez en su historial? Eso solamente lo dictaminará el Padre Tiempo.
Ganar con urgencia, empero, es un pedestal del que necesita bajar todo aquel que piense que triunfar en la Meca de la Pelota es como soplar y hacer botellas, advierte Guillén.
Hasta pronto y, por favor, nunca pierdan la esperanza.
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