Manolo Hernández Douen
Wilson Ramos y su familia no merecían pasar por una pesadilla de semejante dimensión.
Nadie en este mundo debería ser víctima del hampa, sea un popular deportista o no.
Afortunadamente, en este caso, el pelotero y sus familiares podrán relatarlo el resto de sus vidas como una horrible experiencia sin desenlace trágico.
Wilson Ramos, su familia y todo el pueblo venezolano vivieron más de 50 horas de angustia, pero el drama tuvo un feliz desenlace. (Foto: cortesía de Washington Nationals) |
El receptor que tiene un cañón el brazo, poder en el bate y es conceptuado como una promesa convertida en realidad en las Grandes Ligas, fue rescatado sano y salvo más de 50 horas después de ser secuestrado el miércoles 9 de noviembre al frente del hogar de su familia en Valencia, capital del estado Carabobo, región norcentral de Venezuela.
La información fue corroborada por las autoridades locales el viernes por la noche y de inmediato se desató una gran fiesta popular en un país donde impera el béisbol como deporte popular.
“No puedo describir la enorme felicidad que reina aquí”, manifestó Katherine Vilera, gerente de relaciones institucionales de los Tigres de Aragua, el equipo de Ramos en la pelota invernal venezolana, en declaraciones publicadas en inglés en el portal de los Nacionales de Washington. “Los aficionados enloquecieron de la alegría cuando escucharon el anuncio a través de los altoparlantes”.
Ramos pudiera iniciar su actuación con los Tigres si así lo desea, porque estaba bien entusiasmado de trabajar con su swing y ayudar ciento por ciento a su equipo a partir del 16 de noviembre, aunque nadie lo culparía si se tomase un descanso físico y mental antes de incorporarse a los venideros Entrenamientos de Primavera y/o se convirtiera en uno más de sus colegas que fijan residencia fuera de su querida patria por temor a exponerse a sí mismos o a sus familias a los caprichos de la delincuencia.
En un momento en el que debió estar calculando a ver cuántos votos podría conquistar en el Novato del Año de la Liga Nacional, un premio en el que pudiera ser considerado para uno de los primeros cinco lugares, o preparándose para debutar con Aragua, Ramos perduró una experiencia que le quedará grabada en la mente el resto de su vida. Y en su propia patria.
"Siempre estuve pidiéndole a Dios y me dio el milagro de mandarme a esta gente maravillosa [los que lo rescataron] que gracias a ellos estoy vivo", fueron algunas de las primeras palabras de Ramos frente a la prensa. "Me decían [los secuestradores] que colaborara, que iban a pedir mucho real [dinero] por mi".
Ahora, al producirse un desenlace feliz a uno de los momentos más dramáticos de la historia del deporte venezolano, las palabras que vienen a la mente son previsión, cautela y alerta.
Ahora, al producirse un desenlace feliz a uno de los momentos más dramáticos de la historia del deporte venezolano, las palabras que vienen a la mente son previsión, cautela y alerta.
Nada ni nadie van a detener la marcha de la pelota invernal, una pasión en los países de la cuenca del Caribe, pero ahora mucho más que antes valdrá la pena seguir el consejo del ex jonronero venezolano Antonio Armas en el sentido de que cada personalidad debe tener cuidado al exponerse a la vida pública en un país que ha sido golpeado de manera infame por la delincuencia en las décadas más recientes.
De hecho, muchos peloteros tienen su propia seguridad. No siempre es suficiente.
“A veces se descuidan, porque nadie piensa que esto nos puede pasar a nosotros y mucho menos en un país como el nuestro al que le gusta tanto el béisbol’’, declaró Armas a la Associated Press en momentos en el que Ramos y su familia vivían uno de los momentos más angustiosos de su existencia. “Muchos de nosotros provenimos de familias de bajos recursos, algunos frecuentamos áreas donde ellas aún viven y desafortunadamente los criminales se han vuelto cada día más desalmados”.
“A veces se descuidan, porque nadie piensa que esto nos puede pasar a nosotros y mucho menos en un país como el nuestro al que le gusta tanto el béisbol’’, declaró Armas a la Associated Press en momentos en el que Ramos y su familia vivían uno de los momentos más angustiosos de su existencia. “Muchos de nosotros provenimos de familias de bajos recursos, algunos frecuentamos áreas donde ellas aún viven y desafortunadamente los criminales se han vuelto cada día más desalmados”.
El rapto de Ramos es un caso aislado porque no le había ocurrido algo similar a un pelotero en la propia Venezuela, pero no lo es si se toma en cuenta que las familias de varios beisbolistas han sido víctimas de atropellos similares.
Algunos sobreviven a la amarga experiencia de que sus familiares sean privados de la libertad solamente por tener ellos una mejor posición económica gracias al talento natural que Dios les ha dado.
Los lanzadores Ugueth Urbina y Víctor Zambrano vivieron la angustia del secuestro de sus señoras madres.
Yorvit Torrealba, entonces receptor de los Rockies de Colorado, tuvo que irse embalado a Venezuela casi a mediados de la temporada del 2009 al rescate de su hijito de 11 años.
La pesadilla dejó marcas más profundas en otros seres humanos dedicados al béisbol.
Henry Blanco, receptor de los Diamondbacks de Arizona, pasó por la amarga experiencia a fines del 2008 por la muerte de su hermano, Carlos Simón Blanco. Las autoridades informaron que fue víctima de secuestradores que exigían efectivo por su devolución.
¿Y quién puede olvidar el fatal desenlace del paracorto Gustavo Polidor, que a sus 33 años perdió la vida víctima del hampa común por tratar de proteger a su hijo cuando se lo querían arrebatar de los brazos?
Venezuela no inventó los secuestros a la que son más vulnerables las personalidades de renombre, pero las estadísticas son alarmantes. De hecho, en una guía para el turismo que se difunde en otras naciones se lee textualmente sobre Caracas que “se le aconseja estar alerta en todo momento”.
“Acabo de escuchar que a uno de nuestros peloteros de las ligas menores lo robaron tan pronto llegó allí”, comentó el veloz jardinero Denard Span, de los Mellizos de Minnesota, a MLB-Network, mientras se seguía en Estados Unidos paso a paso de lo que ocurría. “No creo que valga la pena arriesgar la vida por 100 turnos al bate’’.
En contraste a lo que dice Span, prospectos como el lanzador Ryan Tatusko, de los propios Nacionales, se sienten protegidos por la seguridad brindada por sus respectivos equipos -en este caso los Bravos de Margarita- y no quieren dejar de aprovechar la oportunidad de pulir sus condiciones con miras al futuro.
"Estoy trabajando con Henry Blanco [receptor de los Bravos], una de las experiencias más chéveres que he tenido en mi vida beisbolera", expresó Tatusko a través del Twitter.
Todo retorna al planteamiento original. No es tener pánico, sino saberse cuidar de la mejor forma posible.
"Estoy trabajando con Henry Blanco [receptor de los Bravos], una de las experiencias más chéveres que he tenido en mi vida beisbolera", expresó Tatusko a través del Twitter.
Todo retorna al planteamiento original. No es tener pánico, sino saberse cuidar de la mejor forma posible.
Al empacar luego de cerrarse la temporada de las Grandes Ligas, un famoso beisbolista decía que no quería privarse del placer de compartir con su gente querida, pero por si acaso se rodea de cuatro o cinco guardaespaldas. Con lo ocurrido a Ramos y las familias de otros jugadores se sabe que esa no es ninguna exageración.
“La realidad es que no todos podemos andar con escoltas, ni podemos blindar los carros”, comentó Vilera a través de su cuenta de Twitter, poco tiempo después de producirse el secuestro. “Triste pensar que sólo así podemos estar seguros”.
Ese sistema de red social difundió la ansiedad, malestar, preocupación y hasta rabia de protagonistas del mundo deportivo venezolano en las horas que siguieron al secuestro.
“Es triste que nuestro país esté así”, señaló el tercera base de los Gigantes de San Francisco, Pablo Sandoval al enterarse de lo que pasaba, mientras se entrenaba en Arizona.
“Esas cosas no se hacen, es un deportista serio y luchador”, indicó Greivis Vásquez, representante de Venezuela con los Grizzlies de Memphis en la meca del básquetbol, la NBA.
Todos imploraban que Ramos fuera devuelto sano y salvo a su familia.
“Señor, bendice la vida de Wilson Ramos, te pedimos cobertura en este tiempo de angustia y ansiedad, en el nombre de Jesús te lo pedimos”, escribió Carlos Subero, quien destaca como dirigente de la organización de los Dodgers de Los Angeles a nivel de la Doble “A’’.
Fue hermoso el sentimiento de unión de todo un país por el bienestar del joven de 24 años.
Entre otras actividades de apoyo moral y solidaridad con Ramos y su familia, se dedicaron minutos de silencio en los parques donde se juega el campeonato 2011-12, se utilizaron emblemas alegóricos y hasta se produjo el emocionante momento en el que el ex pelotero dominicano de Grandes Ligas y hoy dirigente Julio Franco ofreció una oración en el centro del diamante antes de un juego del campeón reinante, los Caribes de Anzoátegui.
Menos mal que Ramos, joven de personalidad bien agradable que de acuerdo a tirios y troyanos tiene un porvenir enorme en las Grandes Ligas, podrá reanudar su carrera en el deporte que le apasiona.
Y todos los que seguimos el apasionante mundo del diamante tenemos mucho que agradecer al Señor por un desenlace feliz de un terrible drama.
Hasta pronto y, por favor, nunca pierdan la esperanza.
(Para que se conozca un poco mejor la forma como se admira y respeta a Ramos a nivel de las Grandes Ligas, reproducimos a continuación la columna que se publicó en Béisbol por Gotas a mediados de la temporada del 2011).
Comentarios