Manolo Hernández Douen
Nunca se deja de aprender en el deporte, por muy avanzada que sea la edad del atleta.
Imagine usted la importancia que tiene ese proceso para un lanzador en las Grandes Ligas.
El dominicano Francisco Liriano se afianza cada día más como uno de los mejores abridores de las Grandes Ligas (Foto Wayne Kryduba, Minnesota Twins) |
Porque cada centímetro cuenta en la batalla entre el pitcher y el bateador. Y cualquier desventaja es aprovechada por el contrario en ese duelo diario desde la lomita.
Francisco Liriano es uno de esos casos donde más se ha acentuado la importancia del aprendizaje en el Béisbol de Lujo.
¿Por qué? Porque este zurdo que en sus mejores días suele dejar atónitos a los bateadores, pasó mucho tiempo metido en su propio cascarón y eso impidió que su maduración como lanzador marchase al ritmo al cual lo hubieran deseado los Mellizos de Minnesota.
“Habla de muchas cosas de las cuales antes no decía nada”, aseguró el dirigente de los Mellizos, Ron Gardenhire, a la pregunta de Béisbol por Gotas sobre el zurdo de San Cristóbal, República Dominicana. “Era bien privado sobre sus cosas y no quería que nadie supiera de ellas.
“Es más receptivo ahora al hablar sobre su mecánica y otras cosas”, enfatizó el ex jugador de cuadro que tanto éxito ha tenido como manager de Minnesota desde el 2002. “Eso permite que sepamos lo que está pasando [con su pitcheo] y de esa manera es mucho más fácil corregirlo. Francisco comprende mucho más lo que se necesita hacer para tener éxito”.
Gardenhire sabe muchas cosas sobre lo que significa tener éxito a diferentes niveles, desde sus años en los que ayudó a los Leones del Caracas a ganar su primera Serie del Caribe como paracorto en Hermosillo, Sonora, México en 1982, pasando por sus cuatro temporadas como pelotero en las Ligas Mayores con los Mets de Nueva York, su experiencia de 11 justas como instructor en la Gran Carpa y obviamente su trabajo actual como timón.
Por eso predica que la pelota es como un libro del cual es necesario aprender a diario.
“Uno nunca deja de aprender en este juego”, analizó Gardenhire para nuestro humilde hogar beisbolero. “Y se aprende más con los años porque el cuerpo se va ajustando a la medida de que uno se va poniendo más viejo.
“Liriano ha tenido que pasar por bastantes cosas, al explotar su brazo y todo ese bulto de circunstancias”, acentuó Gardenhire. “Ha tenido que lidiar con muchas cosas como pitcher, pero a través de este proceso ha aprendido bastante”.
Esa explosión del brazo de Liriano se produjo cuando tuvo que someterse a la Operación Tommy John, reconstructiva del codo izquierdo, y se perdió toda la temporada del 2007.
Luego de tener tanto éxito en la aurora de su carrera en las Grandes Ligas, disfrutando de un fenomenal 12-3 y 2.16 en el 2006 e integrando con el venezolano Johan Santana un extraordinario dueto de zurdos en la rotación gemela, el dominicano tuvo que ver los toros desde la barrera hasta reaparecer con los Mellizos en el 2008.
Algunos insinuaban que nunca volvería a ser el mismo serpentinero, pero lo cierto es que aprendió a lanzar a una nueva velocidad y ahora es un pitcher mucho más difícil de descifrar.
Su proeza más grande ha sido el juego sin hits ni carreras que tiró este mismo año, concretamente el 3 de mayo frente a los Medias Blancas en Chicago, pero la verdad es que ha lanzado partidos tan o más efectivos que esa hazaña.
Después de todo, en dicho cotejo histórico dio seis boletos y no otorgó ninguno el 12 de junio, cuando contuvo en dos hits y una sola carrera en ocho entradas a los poderosos campeones reinantes de la Liga Americana, los Rangers de Texas.
Su marca de 6-7 para el momento de la publicación de esta columna ciertamente no refleja la clase de lanzador que puede ser el otrora producto de la organización de San Francisco.
“Sigo aprendiendo siempre”, dijo Liriano, completamente de acuerdo con Gardenhire.
“Estaba muy joven, no lancé mucho en las Ligas Menores, no tuve mucha experiencia”, rememoró el otrora jardinero al referirse al jovencito que debutó con Minnesota en el 2005. “Siempre estaba bien callado. Todo me salía bien. Solamente tiraba [de joven] la recta y la slider, pero después comencé a mezclar más los pitcheos”.
La verdadera prueba de fuego se produjo tras la intervención quirúrgica.
“Después de la operación busqué la forma de hablar más con él [Rick Anderson, el coach de pitcheo]”, manifestó Liriano, quien asimismo conversa más con veteranos como Carl Pavano en busca de consejos que le permitan mejorar como pitcher.
Para un lanzador de Grandes Ligas, el aprendizaje no se limita a lo que necesita hacer en la lomita, sino a muchas otras cosas que puedan rodear su carrera.
Por ejemplo, poco antes de que tirase su juego sin hits ni carreras había comentarios de que los Mellizos se planteaban la posibilidad de sacarlo de la rotación.
“Sí, los había oído, pero trato de no llevar eso al juego, ni ponerme mucha presión”, expresó.
De hecho, el Liriano que maniató a los patiblancos fue un pitcher bastante diferente al que terminó la pasada temporada.
“Llegué un poquito fuera de forma a los Entrenamientos de Primavera”, informó Liriano, quien indicó que en cierto momento del 2011 “no me sentía bien del hombro, estuve como una semana sin lanzar”.
Curiosamente, la noche del partido sin hits no se vislumbraba de manera sonriente para él.
“Físicamente no me sentía bien, no tenía todos mis pitcheos”, reveló Liriano.
De todas esas experiencias, algunas buenas, algunas malas, ha emergido un mejor lanzador, cuya salida más reciente –el martes 19 de julio en Minnesota- fue otra faena sólida al frenar a los Indios de Cleveland en cuatro hits y una sola carrera en seis episodios, clave en la victoria de su equipo por 2-1.
Y se siente como pez en el agua con la novena de las Ciudades Gemelas.
“Este es un equipo que nunca se rinde”, calificó el zurdo dominicano. “El manager [Gardenhire] siempre está positivo”.
Lo que sí le gustará hacer es volver a las lomitas quisqueyanas con los Leones del Escogido.
“Quisiera lanzar en algunos juegos en diciembre y enero”, adelantó Liriano en su conversación con Béisbol por Gotas. “Eso [trabajar en el invierno] me ayuda. Claro, siempre y cuando me den el permiso”.
Hace un par de temporadas contribuyó bastante a que los Leones pudieran ganar el campeonato en la tierra del merengue. Y es seguro que la fanaticada de su patria gozaría de nuevo con su estelar actuación.
Por ahora, disfruta de todo lo aprendido y da gracias a Dios por darle una segunda oportunidad de sobresalir como lanzador en la meca de la pelota.
Hasta pronto y, por favor, nunca pierdan la esperanza.
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