Manolo Hernández Douen
Ya casi se siente en la piel la cálida caricia de los Entrenamientos de Primavera.
Pronto el inconfundible eco que produce el contacto del bate con la pelota surcará los aires con miras a una nueva temporada de las Grandes Ligas.
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Angel Torres (a la izquierda) entrevistado por René Cárdenas para su programa de televisión Arriba Dodgers en el Canal 34 de Los Angeles. |
Para todos los que de una u otra manera marchan hermanados en la grata tarea de difundir los detalles de este exquisito mundo ya se percibe el aroma del deporte de las bolas y los strikes.
No obstante, este año habrá un gran ausente. No estará en los parques la siempre grata figura de Angel Torres, “La Biblia” inolvidable del periodismo latino en Los Angeles.
Historiador, periodista, editor, autor, Torres conforma desde el 29 de diciembre del 2010 el roster celestial de comunicadores del béisbol, y probablemente ya se ha dado el gusto de hablar personalmente con tantos héroes de la pelota cuyas hazañas ilustraron sus libros.
La biblia del béisbol, la historia del béisbol cubano, La leyenda del béisbol cubano, Tres siglos del béisbol cubano y El Legado Deportivo de Angel Torres, obras con volúmenes desplegados en el Salón de la Fama, constituyen parte de su frondosa herencia.
Los que le conocieron, empero, lo recuerdan por mucho más que por su fructífera pluma.
Inolvidables serán las apasionadas pláticas con Torres en los palcos de prensa o las cordiales reuniones beisboleras en las que era acompañado por su siempre sonriente señora, Fina.
No podrá ser reemplazado el agradable placer de leer sus resúmenes semanales en el 20 de Mayo, del cual fuera Editor Deportivo, ni el privilegio de escuchar sus acertados comentarios en la transmisión latina de la cadena de televisión FOX, pero siempre vivirá en cada quien un pedacito de este caballeroso colega de la Perla de las Antillas.
Así lo ponen en evidencia integrantes del Salón de la Fama, famosos narradores y periodistas, productores y tanta gente de béisbol entre la cual dejó su impacto imperecedero.
“Voy a extrañar inmensamente la tranquila y siempre sonriente silueta del periodista y amigo”, enfatizó Jaime Jarrín, integrante del Salón de la Fama del Béisbol de Lujo que se prepara para su 53era temporada detrás del micrófono latino de los Dodgers de Los Angeles.
“El palco de prensa del Dodger Stadium tendrá de hoy en adelante un lugar vacío, difícil de llenar, porque mentes diáfanas, mentes sabias, mentes con sano y amplio criterio son muy difíciles de encontrar”, aseguró el ecuatoriano Jarrín, exaltado al Salón de la Fama tras conquistar el Premio Ford Frick en 1998, siendo el primer latinoamericano poseedor del mismo desde que Buck Canel hiciera historia en 1985.
Ganador del Premio Frick en el 2001 y por ende inmortalizado en Cooperstown junto a Canel y Jarrín, el legendario narrador cubano Felo Ramírez recuerda con nostalgia, admiración y respeto a su inolvidable paisano.
“Hemos perdido a una gran figura que supo decir a través de su pluma y su voz el gran significado de este deporte llamado béisbol”, expresó Ramírez, la voz latina de los Marlins de la Florida, al atender la llamada de beisbolporgotas.com en su querida Capital del Sol.
“Esos libros que escribió son orgullo pleno para todos los cubanos”, expresó Ramírez. “Se dedicó a resaltar las principales figuras de Latinoamérica y especialmente de Cuba”.
Finalista reciente para el Premio Frick y hoy fundador y editor del medio cibernético netamente beisbolero La Estufa Caliente, el nicaragüense René Cárdenas fue uno de los más impactados por la muerte de Torres, porque casi a diario mantenía contacto telefónico Texas-California con el hombre conocido ampliamente como “La Biblia”.
“Fue un gigante, pues todas las publicaciones deportivas de América clamaban por sus escritos saturados de historia y de estadísticas verdaderas y curiosas”, expresó Cárdenas, pionero de las transmisiones beisboleras en español en los Estados Unidos”.
“Yo fui uno en solicitar sus artículos para mi sitio cibernético, donde contribuyó como uno de los pilares principales por cuatro años”, detalló Cárdenas. “Cabe mencionar que su Yeyo Canino es el vocero principal de nuestra página [La Estufa Caliente]”.
La caricatura Yeyo Canino es, por cierto, una prueba contundente de que sí se puede combinar el deporte con el buen sentido del humor. A través de “la palabra” de este personaje, Don Angel solía resumir muchos detalles pintorescos de ayer, hoy y siempre.
Para Amaury Pi-González, narrador cubano con más de tres décadas al servicio de la fanaticada como una de las voces beisboleras en español más autorizadas en los Estados Unidos, la pérdida de su paisano, colega y amigo es simple y llanamente irreparable.
“Era como un puente que enlazaba con los recuerdos hacia los días de la pelota invernal profesional cubana”, recordó Pi-González, recientemente exaltado al Salón de la Fama de la Radio en la Bahía, uno de los pocos latinos que han recibido ese honor. “Tenía una memoria privilegiada y sus anécdotas sobre lo que vio en sus 82 años eran tan entretenidas como informativas”.
Al hablar sobre su paisano, Amaury ofreció a su vez una anécdota del legendario pelotero cubano Orestes “Minnie” Miñoso que describe a las claras la forma como lo estimaron los protagonistas antillanos del mundo de la pelota.
“En el 2007, Orestes entró a mi cabina en el U.S. Cellular Field en Chicago [hogar de los Medias Blancas] y se dio cuenta que yo tenía el periódico 20 de Mayo”, relató Pi-González. “Me dijo, ‘Oye chico, por favor, déjame llevármelo a mi casa y te lo traigo mañana, pues cada vez que leo los escritos de Angel Torres me parece que estoy en la pelota de Cuba".
¿Y quién mejor autorizado para hablar del autor de La Biblia del Béisbol que Ulpiano Cos Villa, experimentada voz antillana que tuvo el honor de ser el último compañero de cabina de Torres en las transmisiones de FOX en las que eran narrador y comentarista, respectivamente.
“Fue un gran hombre, un historiador empedernido, un trabajador incansable que hizo tantos sacrificios por muchos años al escribir todos esos libros”, describió Cos Villa, otrora narrador latino de los hoy Angelinos de Los Angeles en la aurora de esa franquicia basada en Anaheim.
“Siempre estaba atento de darme todas las informaciones que estaban a su alcance”, reveló Cos Villa. “Muchas veces hasta las llevaba a mi casa. La crónica deportiva y el periodismo han perdido una joya”.
Pocos conocieron a Torres tan bien como Carlos Alvarado, quien hablaba casi a diario con Don Angel en los palcos de la prensa, uno con su “biblita” (así denominaba el cubano su inseparable libreta de apuntes) en mano y el otro con su computadora al cubrir cada juego para La Opinión, uno de los principales diarios en español de los Estados Unidos.
“Era bien exigente consigo mismo y la pelota cubana siempre fue muy especial para él”, manifestó Alvarado, quien ha dedicado más de tres décadas al servicio de sus lectores.
“Recuerdo que en la Serie Mundial de 1988, cuando José Canseco la sacó de línea por todo el jardín central y de paso rompió una cámara con su batazo, se levantó emocionado de su asiento y gritó ‘este es el nuevo Babe Ruth’”, rememoró el cronista nicaragüense.
La presencia de Torres no solamente impactó profundamente a los profesionales latinos. Hombres como Josh Rawitch, vicepresidente de comunicaciones de los Dodgers, también extrañarán su voz clara y contundente, matizada de su inconfundible acento cubano.
“El fue un carácter inolvidable en el palco de prensa, siempre con su biblia de béisbol, su mente y el libro actual”, conceptuó Rawitch, quien por cierto incorporó las crónicas de Torres a la página en español de los Dodgers en lasmayores.com. “Personalmente, siempre me ayudó con el idioma español. Toda la organización de los Dodgers le echará de menos”.
La presencia de “La Biblia” en el área angelina también se extendía a Anaheim, hacia donde manejaba Torres para cubrir los detalles de la Liga Americana en el parque de los Angelinos.
Allí compartió, entre otros, con el ex grandeliga dominicano José Mota, comentarista de las nuevas generaciones que ha sabido representar dignamente a la pelota latina por su sobresaliente trabajo por radio y televisión tanto en español como en inglés.
“Nunca se cansaba de indagar y comparar los hechos corrientes y marcas que se imponen hoy día comparados con aquellos grandes de la historia”, subrayó Mota, hijo del legendario pelotero dominicano Manuel Mota.
“Cuando lo teníamos como invitado en la radio, sabíamos que iba a surgir una anécdota detrás de la otra y que nunca tendríamos suficiente tiempo para acomodarlo todo”, agregó Mota. “Aprendí bastante [gracias a Torres] de la rica historia del béisbol de Cuba y de muchos jugadores que aunque no fueron conocidos a profundidad en los Estados Unidos, fueron grandes pilares en su tierra y por ello nunca los deberíamos de ignorar”.
Y desde el otro lado del micrófono, Armando Talavera (ESPN Deportes Radio), venezolano que ha hecho impacto a lo largo de su vasta trayectoria como productor y comentarista de transmisiones que han llegado al corazón de la fanaticada en los Estados Unidos y Latinoamérica, sentirá la ausencia de la mano amiga de Torres.
“¡Qué bonito era encontrarlo antes de un juego en el terreno, en el palco de periodistas o tal vez en el estacionamiento!”, declaró Talavera desde La Gran Manzana. “Si por alguna casualidad no lo saludabas era como si no hubieras ido a Los Angeles. ¡Qué placer, qué ratos para hablar de béisbol! Y cómo sabia del béisbol cubano”.
“No sé si estoy muy triste o contento de que nos dejó, ya que estaba sufriendo mucho”, indicó con sinceridad Talavera. “Lo más importante es que está descansando, haciendo lo que más le gusta, escribiendo de béisbol, pero en el cielo”.
Así como estos distinguidos caballeros del micrófono, la producción, la comunicación o la pluma, muchos mantendrán fijo en la mente el recuerdo de Don Angel cuando se inaugure la venidera temporada.
La fiesta del diamante seguirá latente, es cierto, pero por su ausencia de cierto modo ya no será la misma.
Gracias Angel Torres por tu legado, por tu profesionalidad, sobre todo por tu amistad.
Hasta pronto y, por favor, nunca pierdan la esperanza.
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