Manolo Hernández Douen
Concepción. Bastaba el mágico eco de su apellido para reconocerlo por doquier.
Los entendidos ya conocían de su habilidad, pero sobre todas las cosas palpaban la promesa que significaba aquel jovencito que comenzaba su carrera con los Tigres de Aragua.
Los entendidos ya conocían de su habilidad, pero sobre todas las cosas palpaban la promesa que significaba aquel jovencito que comenzaba su carrera con los Tigres de Aragua.
. David Concepción, Omar Vizquel y Luis Aparicio (de izq. a der.), tres paracortos venezolanos de lujo. A lo mejor algún día los tres se reúnen en el Salón de la Fama |
Con el tiempo, David Concepción, o Dave Concepción como se le conoce en Norteamérica, se convertiría en un grande entre los grandes, no solamente en su querida Venezuela sino en el Béisbol de Lujo con el uniforme de los Rojos de Cincinnati.
Su fabulosa trayectoria tuvo logros a plenitud.
Luego de nueve Juegos de las Estrellas, incluyendo el de 1982 en el que fuera el Más Valioso; cinco Guantes de Oro; los recintos gloriosos de Venezuela, del Caribe y de Cincinnati, el número 13 de Concepción nunca será usado por otro pelotero de los Rojos.
Luego de nueve Juegos de las Estrellas, incluyendo el de 1982 en el que fuera el Más Valioso; cinco Guantes de Oro; los recintos gloriosos de Venezuela, del Caribe y de Cincinnati, el número 13 de Concepción nunca será usado por otro pelotero de los Rojos.
Ahora solamente le hace falta dar el paso final a esta gloria de la pelota venezolana y latinoamericana: ser exaltado, como bien se lo merece, al Salón de la Fama de las Grandes Ligas en Cooperstown.
Después de mantenerse firme en las tarjetas de la prensa especializada en los 15 años en los que fuera elegible para el sufragio de la Asociación de Periodistas de Béisbol de los Estados Unidos (BBWAA por sus siglas en inglés), a Concepción se le presenta una nueva oportunidad a través del Comité de Veteranos en la llamada votación de la Era de Expansión.
El hombre que fuera en su tiempo el ídolo de toda una generación de venezolanos y la inspiración de otros súper paracortos que utilizarían su número de la talla de Oswaldo Guillén y Omar Vizquel, aparece entre los candidatos junto a propietarios, ejecutivos y managers como George Steinbrenner, Billy Martin, Pat Gillick y Marvin Milller, y los otrora peloteros Vida Blue, Steve Garvey, Ron Guidry, Tommy John, Al Oliver, Ted Simmons y Rusty Staub.
Si le es favorable el resultado que será revelado el 6 de diciembre acompañará a su distinguido paisano Luis Aparicio, uno de los grandes paracortos en la historia, en el Templo de los Inmortales.
El propio Aparicio reconoce que David ha sido uno de los mejores peloteros que ha visto y que merece ser exaltado a Cooperstown.
Guillén y Vizquel siempre han estado convencidos de ello.
“David era mi ídolo”, subrayó Guillén, quien a su vez llevó bien en alto el nombre de Venezuela como paracorto y que actualmente sobresale como dirigente de los Medias Blancas de Chicago.
Uno de esos jovencitos que lo idolatraba era precisamente Vizquel, quien es a su vez un firme candidato a convertirse a su debido tiempo en integrante del Salón la Fama.
“Era mi héroe”, es la manera simple, llana y contundente con la que Vizquel resume el enorme respeto que tiene para su paisano.
No hay ninguna duda que Concepción fue un paracorto brillante.
Varios de los integrantes de aquella famosa Gran Maquinaria Roja de los años ’70, como Joe Morgan, Johnny Bench, el cubano Tany Pérez y hasta el manager Sparky Anderson, lo esperan con los brazos abiertos en el Salón de la Fama, donde algún día también se le rendirá tributo a Pete Rose, líder en hits de todos los tiempos en las Grandes Ligas.
Quizás la presencia de tantos integrantes de aquel trabuco haya sido un factor que indirectamente ha frenado la candidatura de Concepción, pero su magia no ha sido olvidada.
Cuando Concepción salía a defender el shortstop parecía un vaquero armado con un eficiente lazo, que convertía en out cada batazo que parecía un hit seguro.
Aquel fabuloso alcance desde lo profundo del abanico hasta virtualmente detrás de la segunda base fue solamente una parte del extraordinario aporte de Concepción.
A la hora de escribir sobre las grandes combinaciones de la historia alrededor del segundo saco no hay duda de que es imprescindible incluir la conformada por Concepción y Morgan.
De hecho, ya en las postrimerías de su carrera, Concepción, quien tenía un cañón por brazo, implementó una arma nueva, como lo fue utilizar los rebotes de la grama artificial a su favor para que la bola llegase con mayor rapidez al mascotín del inicialista.
Tan extraordinaria era su defensa que mucha gente quizás olvida el hecho de que abrió fronteras para una nueva era del campo corto, por su capacidad singular para estar presente en los racimos de su equipo con el batazo oportuno a la hora buena, algo que no era muy común en aquellos tiempos en los que el shortstop era primordialmente valioso por su defensa.
Para ponerlo en una sola frase, pudiera ser conceptuado como un tremendo paracorto que con el tiempo se hizo un bateador fuera de lo común para los defensores de su posición.
Su velocidad en las bases, capitalizada por el hecho de que en 1974 robó 41 almohadillas en apenas 47 intentos, complementó su enorme significado como pelotero.
A lo mejor alguien pudiera esgrimir que su porcentaje de por vida de .267 no es muy impresionante, pero esos números no reflejan en realidad su verdadero valor con el madero.
No hay que olvidar que “El Rey David”, como lo apodaban en Venezuela, no pasó de los .210 en dos de sus tres primeras temporadas cuando se establecía con los Rojos, pero cuando cogió el paso fue uno de los outs más difíciles de la Liga Nacional, ya que promedió .280 en ocho ocasiones diferentes, incluyendo tres oportunidades en las que terminó sobre .300.
Por si fuera poco, en tres ocasiones impulsó 75 carreras o más, y en tres oportunidades figuró entre los 15 mejores de la votación para el Jugador Más Valioso de la Liga Nacional, incluyendo 1981 cuando fue el cuarto en las tarjetas de la prensa especializada, superado únicamente por tres grandes bateadores del calibre de Mike Schmidt, Andre Dawson y George Foster.
Es cierto que los Rojos tenían un tremendo equipo, pero les hubiera costado trabajo llegar a las cinco postemporadas a las que acudieron en los ’70 y sobre todo ganar dos Series Mundiales consecutivas en 1975 y 1976 –el último equipo de la Liga Nacional capaz de hilvanar semejante hazaña- de no haber sido por el hijo ilustre de Ocumare de la Costa, población del estado Aragua al centro de Venezuela.
A lo mejor Concepción puede ser conceptuado como el más grande paracorto de la historia que todavía no está en el Salón de la Fama. Y los números así lo demuestran.
Con todo respeto a los inmortales Pee Wee Reese (.962) y Phil Rizutto (.968), ambos inquilinos de Cooperstown, sus promedios de fildeo son superados por los logros de Concepción (.971). Y a la hora de la verdad ni siquiera pudieron soñar con los .297 al bate del venezolano en la postemporada.
En resumidas cuentas, no hay ninguna duda de que figura en una selecta compañía en la votación, pero su maravillosa combinación de defensa, velocidad y ofensiva a la hora buena le convierten en candidato firme a ese honor que toda Latinoamérica espera con orgullo.
Es hora de honrar a un grande entre los grandes de esa posición tan exigente, ese tremendo pelotero llamado Concepción.
Hasta pronto y, por favor, nunca pierdan la esperanza.
Anexo con respecto al resultado de la votación:
Concepción apareció en el 50% de los votos del Comité de Veteranos para el Salón de la Fama, que seleccionó al excelente gerente general Pat Gillick (81.25%), arquitecto de equipos campeones en el Béisbol de Lujo bien conocido en el área del Caribe por su capacidad para explorar y fomentar el talento latinoamericano.
El venezolano fue el mejor ubicado entre todos los ocho peloteros que aparecían en la lista. Solamente fue superado en la votación oficial por Gillick y por otro gran ejecutivo, como lo es el padre de la libre agencia, Marvin Miller (68.75%) en la lista de 12 candidatos.
Aunque estoy decepcionado de que no hizo el grado en esta ocasión, estoy convencido de que el mejor paracorto de la historia entre todos los elegibles que no está en Cooperstown pertenece al Templo de los Inmortales y será exaltado en el futuro.
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