Manolo Hernández Douen
Neftalí Féliz parece el ser humano menos preocupado en todo el planeta en torno a la pregunta generalizada sobre su propio porvenir con los Rangers de Texas.
Abridor o taponero es el dilema shakesperiano que rodea cada proyección futurista para el flamante Novato del Año de la Liga Americana.
A Neftalí Féliz le vendrían bien uno o dos años más como cerrador, pero su futuro está en la rotación (Foto por Brad Newton/Texas Rangers). |
Féliz despejó cualquier duda sobre su capacidad para ayudar a su equipo como cerrador con una extraordinaria campaña en la que estableció una marca para novatos en las Grandes Ligas con 40 juegos salvados.
Y lo hizo en un abrir y cerrar de ojos.
De sentirse “incómodo” de buenas a primeras a salir airoso en el 93% de oportunidades en la dura tarea de echarle un balde de agua fría a los bateadores en los momentos más apremiantes de cada juego, no hay duda de que el joven dominicano dio un salto enorme en su carrera beisbolera.
Se imagina uno que en su caso hay que apelar al viejo adagio norteamericano “no es necesario arreglar lo que no está roto”. En otras palabras, ¿para qué experimentar con Neftalí como abridor luego de que tuvo tanto éxito en toda una campaña como taponero?
La respuesta a esa pregunta no es tan clara como el agua porque Féliz tiene tanto talento que los Rangers de Texas deben estar frotándose las manos de solamente pensar en la clase de dominio que pudiera ejercer como integrante de un puesto más impactante como serpentinero abridor.
¿Y por qué no? Después de todo, el derecho quisqueyano de los lanzamientos de fuego brillaba precisamente como iniciador de encuentros en las Ligas Menores.
Poseedor de uno de los mejores brazos jóvenes en las Grandes Ligas, Féliz cuenta con un porvenir tan esplendoroso como pitcher del que ofrecían tanto su propio ídolo de la niñez, su paisano Pedro Martínez, como el panameño Mariano Rivera, fabuloso cerrador de los Yankees de Nueva York.
Martínez se vislumbraba como gran prospecto para la rotación de los Dodgers de Los Angeles, pero en su primera –y única- temporada completa con la franela blanquiazul destacó básicamente como integrante del cuerpo de relevistas a sus 21 años de edad en 1993. Y todo el mundo sabe del tremendo éxito que ha tenido –aún no se ha retirado- como abridor.
Rivera tenía tanto talento desde joven que lo utilizaban en diferentes roles hasta que se consagró como el hombre que le preparaba el camino a John Wetteland y posteriormente como el gran taponero que algún día será inmortalizado en el Salón de la Fama de las Grandes Ligas.
No hay que olvidar que los propios Rangers no estaban seguros de cuál pudiera ser el destino de Féliz como pitcher cuando debutó con sus relampagueantes envíos en el 2009.
Sin embargo, de un par de cosa están bien convencidos ahora: el hogar definitivo de Féliz está en las Grandes Ligas y el cielo es su límite como lanzador.
Mucha agua ha pasado debajo de los puentes desde aquella noche del 3 de agosto del 2009 en el Coliseo de Oakland, cuando Féliz dejó atónitos a tirios y troyanos al demoler la pistola de radar con ponches a los primeros cuatro rivales a los que se enfrentó en su debut frente a los Atléticos.
Por una parte, ya Féliz no es el lanzador que dependía casi exclusivamente de su fabulosa recta. Ahora ha demostrado que puede marear a sus contrincantes con el uso más frecuente de otros envíos.
De otro lado, los Rangers saben por experiencia propia que es factible reconvertir a un buen relevista en un sólido abridor ya que lo lograron efectivamente en el 2010 con C.J. Wilson.
Wilson, zurdo de Newport Beach, California, era iniciador en las Ligas Menores antes de salvar 50 partidos con Texas del 2007 al 2009. A sus 29 años, volvió a la rotación en el 2010 para producir una marca contundente de 15-8 con efectividad de 3.35.
Los Rangers no necesitan esperar que Féliz cumpla los 29 años para reconvertirlo en abridor, pero les conviene darle una o dos temporadas más como cerrador que serían muy útiles tanto para el pitcher como para el equipo, antes de que haga esa transición.
Para el equipo, porque no van a encontrar de la noche a la mañana un mejor taponero que Féliz ni con la ayuda de Mandrake el Mago.
Y no es un secreto para nadie que en la pelota moderna contar con un apagafuegos eficiente es clave para un equipo que aspire a ser contendor consistente.
Y no es un secreto para nadie que en la pelota moderna contar con un apagafuegos eficiente es clave para un equipo que aspire a ser contendor consistente.
Para el joven de Azua, República Dominicana, esa estadía como taponero le permitirá dominar mejor esos otros lanzamientos que necesitará mucho más en su futuro como abridor, rol en el que tendrá que medirse a sus rivales dos, tres, hasta cuatro veces por encuentro y por ende necesitará de un arsenal de recursos más profundo.
Apurarlo no es conveniente, pero con semejante brazo la proyección como abridor de lujo tiene bastante sentido para Féliz.
Por ahora, sálvese quien pueda. Con un año de experiencia como cerrador, Féliz dejará de nuevo con los ojos claros y sin vista a los artilleros de las Grandes Ligas en el 2011.
Hasta pronto y, por favor, nunca pierdan la esperanza.
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