Manolo Hernández Douen
No es nada fácil ganar consecutivamente la Serie Mundial. De hecho, la última vez que lo hizo un equipo de la Liga Nacional data de la década de los setenta.
Aubrey Huff, primer paso de los Gigantes hacia un segundo título absoluto seguido, algo que no logra un equipo de la Liga Nacional desde 1976. |
Los Gigantes de San Francisco apenas pueden soñar con una dinastía como la que tuvieron aquellos Rojos de Cincinnati monarcas en 1975-76, pero de una cosa están seguros: intentarán edificarla.
La base la tienen en el pitcheo solvente que frenó en seco a los Rangers de Texas en la reciente Serie Mundial.
La fórmula del éxito es rodear ese cuerpo de lanzadores con la ofensiva ideal y la química colectiva que pueda producir un nuevo campeón del lado oeste de la Bahía.
Aubrey Huff fue clave en el 2010 y por eso no fue nada raro que se convirtiera en la primera pieza del rompecabezas que trata de armar el alto mando de los Gigantes con miras al 2011. Aunque es bien difícil ganar Series Mundiales seguidas, el veterano inicialista que acudió a los playoffs por primera vez precisamente con los Gigantes considera que sí es posible repetir como campeón.
En este sentido, los campeones reinantes tienen la mitad de la batalla ganada, porque su cuerpo de lanzadores retornará casi totalmente intacto en el 2011, especialmente su rotación conformada por Tim Lincecum, Matt Cain, el puertorriqueño Jonathan Sánchez, el jovencito maravilla Madison Bumgarner y el veterano Barry Zito, no necesariamente en ese orden.
Por supuesto, no solamente de pan vive el hombre y no solamente de pitcheo se nutre un equipo ganador. Es necesario construir una atmósfera ideal dentro y fuera de los vestidores, que en el caso de los Gigantes funcionó a las mil maravillas en el 2010.
¿Cómo hacerlo? Si los magnates tuvieran la respuesta perfecta ya se hubieran producido con frecuencia dinastías de tres o más campeonatos ganados de manera consecutiva, la última de las cuales fue conquistada por los Yankees de Nueva York de 1998 al 2000.
No es fácil lograr la mezcla ideal de peloteros que conduzca a la obtención de un campeonato.
A los Gigantes le salió todo a pedir de boca en el 2010, al sumar piezas como el desahuciado jardinero Cody Ross, pero fueron la excepción que confirma la regla de que inyectarle varios rostros a un equipo una vez comience la temporada resulta muchas veces contraproducente en el Béisbol de Lujo.
Le salió bien a los Marlins de la Florida en el 2003, cuando fueron incorporando peloteros como el taponero venezolano Ugueth Urbina y el jardinero Jeff Conine, luego de comenzar la campaña con un nuevo receptor en el legendario boricua Iván Rodríguez.
Para no ir muy lejos, no le resultó bien a los Dodgers de Los Angeles del 2010, aunque daba la impresión en el papel que se armaban hasta los dientes con el abridor Ted Lilly, el relevista dominicano Octavio Dotel, el veloz jardinero Scott Podsednik y el veterano jugador de cuadro Ryan Theriot.
Lo ideal pudiera ser planear en base a beisbolistas plurivalentes como el propio Huff, es decir peloteros que pueden jugar en varias posiciones sin ser conceptuados como suplentes.
Por ejemplo, Huff, quien se inició en las Grandes Ligas como tercera base, alineó fundamentalmente como inicialista en el 2010, pero se mudó al jardín izquierdo cuando el manager Bruce Bochy usó a su receptor del futuro Buster Posey en la primera almohadilla.
San Francisco planeó su plurivalencia con miras al 2010 al sumar a Mark DeRosa y al dominicano Juan Uribe. El primero se la pasó lesionado la mayor parte del tiempo y el segundo encajó como anillo al dedo, rindiendo a las mil maravillas mientras defendía exitosamente varios puestos del cuadro.
Los Gigantes mantienen bajo contrato a DeRosa y eso de por sí es un paso en la dirección correcta porque este pelotero tiene experiencia en la postemporada, es un buen bateador y puede rendir en varias posiciones del cuadro y de los jardines.
El retorno de Uribe pudiera ser otro paso contundente con miras a la venidera temporada.
Súmele a esa ecuación el hecho de que el ambidextro venezolano Pablo Sandoval puede jugar en varias posiciones –la tercera base, la inicial y la receptoría- y llegará a la conclusión de que San Francisco va de nuevo bien encaminado hacia el objetivo de la plurivalencia.
De otro lado, para los Gigantes pudiera ser una excelente idea explorar el mercado de la libre agencia o estudiar la alternativa de una transacción en su búsqueda de un paracorto titular, especialmente ahora cuando el foco de interés gira en torno a la novena de naranja y negro.
“No importa donde usted juegue, si gana una Serie Mundial va a atraer agentes libres”, es la filosofía de Huff sobre las dimensiones de un estadio conceptuado como ideal para el pitcheo.
Como último ingrediente de un posible bicampeonato hay que pensar siempre en el deseo ferviente que pudiera o no tener un equipo para ganar con frecuencia.
Esa hambre colectiva es ideal para que se moldee la química ideal.
¿Serán capaces de lograr los Gigantes el codiciado bicampeonato, algo que ningún equipo de la Liga Nacional ha conquistado en 35 temporadas?
El reto está planteado para los inquilinos del AT&Park.
Hasta pronto y, por favor, nunca pierdan la esperanza.
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