Manolo Hernández Douen
Los Rangers han mejorado año tras año desde que Ron Washington tomó las riendas en el 2007 y es por eso que el manager de Texas nunca tuvo dudas del enorme potencial de su novena.
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Los Rangers consumen su práctica de bateo en San Francisco con miras al primer juego de la Serie Mundial. |
De hecho, Washington imaginó que su equipo bien pudo acariciar en el 2009 el sueño de jugar por primera vez en la Serie Mundial.
“Fue en septiembre del año pasado”, aseguró Washington al hablar de ese momento mágico que se le avecinaba a sus Rangers. “Llegamos [a ese mes] con una ventaja de cuatro juegos y medio sobre los Angelinos [de Los Angeles en Anaheim]. No se quedó de esa manera. No damos excusas, pero jugamos la recta final sin nuestros mejores peloteros”.
Lesiones a granel perjudicaron a la novena del estado de la bandera de la estrella solitaria, pero Washington sabía que en sus manos tenía un diamante en bruto.
“Cuento con un grupo de atletas que pueden hacer muchas, muchas cosas y simplemente los dejo jugar”, comentó Washington con la humildad que lo caracteriza.
“Podemos ganar con el batazo largo, podemos vencer con la pelota pequeña [manufacturando carreras], corremos bien las bases, jugamos buena defensa y aunque nadie quiere hablar de eso también podemos lanzar”, analizó Washington.
Por encima de todo esto, Washington ha tenido la facilidad de manejar a sus jugadores de la manera como a él le hubiera gustado ser dirigido, tranquilo y sin nervios.
Da gusto observar qué tan relajados están los Rangers con miras a su primera Serie Mundial.
Allí estaban, en su primera práctica en San Francisco con motivo del Clásico de Octubre, trabajando fuerte, pero al mismo tiempo gastándose bromas, divirtiéndose en la caja de bateo, a ver quien la enviaba más lejos.
El dominicano Vladimir Guerrero la conectaba a mil millas de distancia por todo el jardín central, mientras sus compañeros emitían un “ooooh”colectivo de la pura satisfacción.
El venezolano Elvis Andrus no es un bateador de poder, pero al igual gozaba de lo lindo, tirando el casco hacia arriba después de conectar la bola, como queriendo imitar a alguno de sus compañeros. Y todos reían, como muchachos jugando en el patio de su casa.
¿Es que acaso no debe ser así? ¿Es que no es sabroso jugar en una Serie Mundial, bien sea después de toda una carrera, como Guerrero, o disfrutando haberlo logrado tan tempranito, en el caso de Andrus?
“En mi pueblo solamente había una televisión y todo el mundo se acercaba a ella para la Serie Mundial”, rememoró el guardabosque dominicano Nelson Cruz, cuya combinación de poder, velocidad y defensiva es una de las principales razones del porqué pasaron los Rangers a la finalísima beisbolera. “Ahora muchos niños en la República Dominicana me van a ver jugar y eso será algo bien especial”.
El poderoso artillero de la tierra del merengue, al igual que su manager, notaba como momento a momento iban avanzando los Rangers al paso de los años rumbo a la meta alcanzada en el 2010.
“Mejoramos en cada aspecto del juego y este año pudimos redondearlo todo”, analizó Cruz. “Desde que estaba en la República Dominicana decía que este iba a ser nuestro año”.
Y si acaso no era suficiente el talento entre los Rangers para alcanzar su objetivo, el alto mando del equipo le echó mano a una serie de piezas clave, pensando no solamente ganar la División Oeste de la Liga Americana sino anticipándose al futuro avance a los playoffs.
Uno de esos peloteros es sin duda alguna el receptor puertorriqueño Bengie Molina, quien disfrutará de la curiosa experiencia de enfrentarse en la Serie Mundial precisamente al equipo con el que comenzó la actual temporada luego de gozar de tres campañas de ensueño con los Gigantes.
“Esta es una recompensa para la temporada bien dura que tuve”, acentuó Molina, refiriéndose a sus estadísticas a la ofensiva no tan contundentes como las conquistadas en años previos. “La clave para nosotros fue ganar el Oeste. Una vez ocurrió eso supe que el equipo podía llegar bien lejos.
La Serie Mundial no es algo raro para Molina porque ya fue baluarte de los Angelinos en su conquista de la justa del 2002 sobre los propios Gigantes, pero será especial la del 2010 para el orgullo de la Isla del Encanto porque se va a enfrentar a la novena a la cual ayudó mucho.
“Es una muestra el tipo de persona que soy, que no me importa sacrificarme con tal de ayudar a los demás”, expresó Molina, mentor del estelar Tim Lincecum, abridor de cabecera de los Gigantes, y de paso cátcher de varios grandes de la lomita, como su actual compañero de batería Cliff Lee y Roy Halladay, figura de los Filis de Filadelfia.
El otro de los súper canjes que ayudó mucho a los Rangers a llegar a donde están es obviamente Lee, quien tan pronto llegó a Texas se dio cuenta de que es un equipo con enorme cantidad de talento y que de paso tiene una atmósfera ganadora, más o menos lo que se encontró en Filadelfia cuando fue canjeado a los Filis la temporada pasada.
“No sé si es políticamente correcto decirlo, pero para ser honesto cuando se tiene un equipo como este cuesta trabajo [para un dirigente] arruinarlo todo, por lo menos a la ofensiva”, calificó Lee, luego de expresar que es un placer jugar con un manager que disfruta la pelota como Washington.
“Los he tenido que enfrentar [a los Rangers] a lo largo de los años y créanme, no se goza mucho cuando uno lanza alrededor de Josh Hamilton, pero tiene que medirse a Guerrero, y luego a Cruz y a Ian Kinsler”, analizó el estelar Lee.
Ese trabuco es el que tendrán adelante los lanzadores de los Gigantes, pero sobre todas las cosas se van a medir a un equipo que goza un mundo con el solo placer de jugar a la pelota, tranquilo y sin nervios.
Hasta pronto y, por favor, nunca pierdan la esperanza.
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