Manolo Hernández Douen
Latinoamérica ha incrementado año tras año su aporte al Béisbol de Lujo. Y ese manantial de talento ha sumado héroes a granel al Clásico de Octubre.
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El corazón latino late con fuerza en la Serie Mundial del 2010 entre los Rangers y los Gigantes. |
El inmortal Roberto Clemente promedió .414 para ser el Jugador Más Valioso de la Serie Mundial de 1971, una senda seguida por otros seis peloteros latinoamericanos.
El aporte de jugadores de habla hispana no se limita, empero, a los galardonados. Es ya frecuente observar su proliferación en los equipos que intervienen en la finalísima beisbolera.
La Serie Mundial del 2010 no es la excepción. Todo lo contrario.
De los 50 peloteros que intervienen en la actual justa, 18 de ellos, 9 por cada equipo, son latinoamericanos.
Varios de ellos son cruciales para el desempeño de sus equipos, algunos en el rol de titulares y otros como piezas clave del pitcheo.
La fanaticada latina ciertamente aprecia la oportunidad de contar con muchos peloteros con los cuales identificarse en la Serie Mundial, pero no hay que tener como primer idioma el español para entender el valor enorme de estos jugadores en la estructura beisbolera moderna.
“Lo que vemos es que juegan [los latinos] como lo hacíamos hace 40 ó 50 años”, aseguró Bruce Bochy, manager de los Gigantes de San Francisco, quien se conoce la pelota de Venezuela, Puerto Rico y República Dominicana como la palma de su mano.
“Esa es su pasión”, prosiguió Bochy. “Ese es el deporte que les encanta jugar. Van al estadio y juegan todo el día. Por eso es que tenemos tantos peloteros grandiosos [latinos] aquí.
“Ciertamente han cambiado nuestro juego con el talento que han aportado”, manifestó el ex receptor cuyos Gigantes tienen un historial bien rico en peloteros latinos.
Desde los gloriosos días del dominicano Juan Marichal, el puertorriqueño Orlando Cepeda y los hermanos quisqueyanos Jesús, Mateo y Felipe Rojas Alou, que patrullaron simultáneamente los jardines, hasta integrantes del roster actual como el colombiano Edgar Rentería, el dominicano Juan Uribe, los boricuas Andrés Torres y Jonathan Sánchez y el venezolano Pablo Sandoval, el latino del corazón hispano se siente con fuerza entre los Gigantes.
La franquicia de los Rangers también refleja hoy en día un pasado rico en peloteros latinos encabezados por el boricua Iván Rodríguez, conceptuado como uno de los mejores receptores de la historia, en piezas enormes del presente como los dominicanos Vladimir Guerrero, Nelson Cruz y Neftalí Féliz, el venezolano Elvis Andrus y el puertorriqueño Bengie Molina.
Ron Washington, manager de los Rangers, quien también jugó en Latinoamérica, sabe muy bien del aporte de los oriundos de esa región de nuestro planeta a la meca de la pelota.
“Juegan [los latinos] a la pelota con pasión, respetan el deporte y vienen al parque listos para darlo todo en el terreno”, valoró Washington, cuya experiencia activa en el Caribe incluyó participaciones en las ligas de México y Venezuela.
Washington estima que una de las principales razones del porqué muchos latinos tienen alto nivel en las Grandes Ligas es que juegan prácticamente todo el año.
El ejemplo más fresco de lo arriba enunciado es su paracorto Andrus, a quien califica como el pelotero de 22 años que mejor desarrollado ha visto a semejante edad.
“Tiene tacto para la pelota y mucho de eso se lo debe al hecho de jugar pelota invernal a una edad tan tierna”, recalcó el ex jugador de cuadro.
“Para muchos peloteros de hoy, cuando la temporada [en los Estados Unidos] llega a su fin, el béisbol ya se ha terminado”, profundizó Washington. “Pero por ser [Andrus] de Venezuela ha podido jugar todo el año. Algo que tiene el béisbol es que mientras más uno lo juegue, más lo aprende. Y eso lo está demostrando ahora”.
Cruz, un artillero poderoso y productivo a la hora buena, además de ser un excelente fildeador, está totalmente de acuerdo con su dirigente.
En este sentido, Cruz enfatizó que jugar en la Serie Mundial no es una presión enorme para el pelotero latino porque la mayoría de ellos ya ha estado en el rigor de la batalla en los campeonatos de sus respectivas naciones.
“He jugado bastante en la pelota invernal y allá cada partido tiene enorme importancia”, describió sin pensarlo dos veces Cruz.
Tome usted el caso de Santiago Casilla, quien le ha dado un viraje completo a su carrera al ser un relevista bien confiable con los Gigantes. Pues bien, después de haber sido desahuciado por los Atléticos de Oakland, se fogueó en su natal República Dominicana como cerrador de los campeones reinantes Leones del Escogido y de paso aprendió allá una tremenda curva para unirla a su veloz recta y a su slider devastadora.
Apreciemos pues, cada intervención que puedan tener el jardinero dominicano Julio Borbón, el primera base mexicano Jorge Cantú, el relevista boricua Javier López, o sus colegas quisqueyanos Ramón Ramírez, Guillermo Mota y Alexi Ogando, así como el jugador de cuadro venezolano Andrés Eloy Blanco.
Tal vez no figuren con frecuencia en los titulares de prensa como los arriba mencionados, ni sean héroes como Rentería, cuyo hit de oro dejó en el terreno a los Indios de Cleveland en el séptimo juego de la Serie Mundial de 1997 para darle la corona a los Marlins de la Florida en una contienda cuyo Más Valioso fue el serpentinero cubano Liván Hernández.
Pero con su granito de arena van sumando al legado de tantos peloteros que incrementan la valía de la Serie Mundial como un evento de enorme fuerza en Latinoamérica.
Hasta pronto y, por favor, nunca pierdan la esperanza.
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