Manolo Hernández Douen
Muchos peloteros sueñan toda la vida con brillar en las
Grandes Ligas.
Es la máxima aspiración de un alto porcentaje de jóvenes
latinoamericanos.
Para Yasmany Tomás, promesa internacional de los
Diamondbacks de Arizona, la pelota siempre ha sido vital, pero la verdadera
razón de su interés por la Gran Carpa fue el amor de una mujer, que hoy en día
es su querida esposa, Melissa.
“Nunca lo vi [jugar en las mayores] como un objetivo
inmediato”, confesó Tomás, que comenzó la temporada de 2015 en la AAA, pero
pegó un par de hits en su primer juego como titular en Chase Field, hogar de
los Diamondbacks, el martes 21 de abril. “En Cuba se daba la posibilidad de que
los peloteros salieran a otras ligas. Comentaban que había equipos en Asia que
querían firmarme.
“Lo que me impulsó a venir para acá [los Estados Unidos] fue
una relación que tenía en Cuba”, reveló el poderoso artillero en el AT&T
Park de San Francisco, escenario de su primer imparable en las Grandes Ligas en
calidad de emergente.
“Tenía una novia, llevábamos un año y algo, la familia la
reclamó a Estados Unidos, ya venía para acá y yo tomé la decisión esa”, agregó
el promisorio pelotero.
En otras palabras, no todo se gana a fuerza de
cuadrangulares. A veces ser un gran romántico es el sendero hacia la mejor
pelota que se juega en el planeta.
“Estuviera [de no ser por Melissa] en Cuba todavía, en
Japón, o en una de esas ligas por allí”, admitió el nativo de La Habana en su
amena conversación para los lectores de esta humilde columna.
Claro está, por muy enamorado que esté un pelotero de su
novia eso no lo va a llevar a la meca del béisbol.
“Por supuesto, soy pelotero, es lo que me gusta hacer, no me
voy a poner a construír, esto es lo que sé hacer”, recalcó el bateador derecho
que puede jugar en la esquina caliente y las tres posiciones de los jardines.
El talento ya estaba allí, desde que Tomás era un niño en la
Perla de las Antillas. Con el tiempo se convertiría en uno de los baluartes de
la selección cubana.
Conceptuado como el cuarto mejor prospecto de los
Diamondbacks de acuerdo a la prestigiosa publicación Baseball America, Tomás, quien jugaba en la Serie Nacional Cubana con
los Industriales, bateó para .375, con dos jonrones y cinco carreras impulsadas
en 16 turnos en el Clásico Mundial de 2013.
En su cuarta temporada con los Industriales (2012-13),
Yasmany fijó marcas personales en varios renglones, entre estos dobles (18),
carreras impulsadas (60) y turnos (277). Y en su campaña final con esa novena,
famosa por ser una gran cantera de peloteros de calidad, impulsó 36 carreras en
68 juegos.
“Lo primero que jugué desde chiquito fue tercera base”,
recordó Tomás. “En el Clásico jugué en los jardines, pero me dijeron que
empezara a coger roletazos por si acaso porque teníamos un solo tercera base.
“Los mejores años de mi vida en Cuba fueron en el jardín
derecho”, comentó Tomás. “También tuve un buen año cuando fui al Clásico como
centerfield. Hice la mejor jugada del año [en esa posición]”.
Quizás alguien pueda preguntarse cómo hace Tomás para
defender una posición que necesita de tanto desplazamiento como lo es la del
prado central, pero el amable joven de 24 años de edad asegura que para él no
es un inconveniente.
“Siempre he sido así, corpulento”, informó el antillano.
“Eso no me impide nada. Me siento bien así. En Cuba, cuando tenia 17 años,
jugué tercera base y pesaba 100 kilos [unas 220 libras]. Me ven corriendo y me
dicen que no es posible que una persona con ese peso pueda correr, pero siempre
he sabido utilizar mi cuerpo”.
En las Grandes Ligas es también necesario, empero, ser bien
fuerte mentalmente. Eso lo aprendió prácticamente desde comienzos de su carrera
en los Estados Unidos, cuando fue enviado a las Ligas Menores para el inicio de
la campaña de 2015 con todo y su fabuloso contrato de $68.5 millones.
A lo mejor otra persona se hubiera sentido bien molesta por
esa decisión del alto mando de Arizona, pero Tomás adoptó la medida como un
verdadero profesional.
“Yo estaba entrenando para jugar en las Grandes Ligas, que
es el sueño de todo pelotero, pero [el envío a la AAA] no fue nada que me
incomodó, ni lo tomé con mala actitud”, puntualizó Tomás. “Todo lo contrario,
sigo trabajando en ambos aspectos, tanto a la defensiva como a la ofensiva”.
Los Diamondbacks saben que Tomás tiene talento a manos
llenas, pero no quieren apurar su desarrollo especialmente si se toma en cuenta
que la novena dirigida por Chip Hale cuenta con peloteros en abundancia en las
posiciones en las que a la postre pudiera jugar Yasmany en las Grandes Ligas.
El también poderoso Mark Trumbo está instalado en el jardín
derecho y los Diamondbacks tienen en alta estima a los también guardabosques
A.J. Pollock y los venezolanos Ender Inciarte y David Peralta.
Por si fuera poco, la novena del Valle del Sol tiene no uno,
sino dos antesalistas en Aaron Hill y Jake Lamb. Y de la primera base,
olvídenlo, porque allí estará el pelotero franquicia Paul Goldschmidt por los
siglos de los siglos.
“Estamos bien confiados de que Yasmany puede hacer un gran
trabajo para nosotros”, explicó Hale en San Francisco, aún a sabiendas de que
por aquellos momentos (mediados de abril) no había muchas oportunidades de
alinear para el cubano. “Nos demostró a lo largo de los Entrenamientos de Primavera
que le puede batear bien a los mejores lanzadores”.
Quizás Tomás sea en el futuro un jardinero izquierdo o
derecho sólido con los Diamondbacks, pero, irónicamente, su primera oportunidad
de abrir en las Grandes Ligas se le presentó en Chase Field el 21 de abril en
la esquina caliente cuando Lamb fue a parar a la lista de los inhabilitados.
Juegue o no a diario con frecuencia en su primera temporada, el punto de vista de
Tomás siempre va a ser el mismo, porque en Cuba también aprendió que no todo es
color de rosas desde el primer día en el apasionante mundo del diamante.
“Hay que ganarse las oportunidades”, concluyó en tono de
gran seguridad en sí mismo.
Hasta pronto y, por favor, nunca pierdan la esperanza.
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