Manolo Hernández Douen
Uno está tan, pero tan cerca que es virtualmente imposible que lo dejen fuera de la gloria.
Jack Morris aparece como uno de los dos candidatos más
firmes para entrar en esta ocasión al Salón de la Fama
(Foto: cortesía de los Tigres de Detroit).
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El otro amasa credenciales que lo hacen candidato a entrar en su primera oportunidad.
Son Jack Morris y Craig Biggio, ambos con contundentes posibilidades de entrar juntos en la venidera ceremonia de exaltación del Salón de la Fama de las Grandes Ligas.
Morris y Biggio encabezan la más reciente papeleta de votación, en poder de los especializados en definir cuáles peloteros merecen recibir el 75% de sufragios o más para ser exaltados al Templo de los Inmortales a través de la Asociación de Cronistas de Béisbol o BBWAA por sus siglas en inglés.
Calidad y controversia van unidas en esta votación y por eso se usan los símbolos de interrogación en el encabezado de esta columna.
Primero, calidad, porque rara vez aparecen en las tarjetas tantos candidatos con tanto chance para ser recordados para siempre en Cooperstown.
Segundo, controversia, porque quizás muchos de los votantes harán que pasen inadvertidos peloteros que sumaron enormes méritos, como Barry Bonds, Roger Clemens y el dominicano Sammy Sosa, pero cuyos logros también vienen acompañados por la duda del supuesto uso de sustancias que hoy son prohibidas, pero que no lo eran cuando ellos se destacaban en los diamantes del Béisbol de Lujo.
Bonds y Clemens, los dos peloteros con más lauros en la historia de las votaciones anuales de la BBWAA por los siete Trofeos al Jugador Más Valioso y los siete Cy Young del uno y del otro, respectivamente, deberían ser un cheque al portador para entrar algún día al Salón de la Fama, pero pudieran necesitar esperar hasta que de alguna manera u otra se disipe con el tiempo la sombra de la Era de los Esteroides.
Sosa, con 609 jonrones en su cuenta y el mérito de ser el único en la historia con tres temporadas seguidas con 60 ó más bambinazos, debería ser un candidato automático de no ser por ese sí condicional que lo acompaña aún cuando nunca nadie pudo probar que usó ningún tipo de estimulante.
Mark McGwire y el cubano Rafael Palmeiro, que ya han coprotagonizado elecciones de la BBWAA sin acercarse siquiera al 75% de los votos requeridos, son una prueba contundente de cómo muchos expertos examinan las estadísticas de aquella era nefasta.
Aunque nadie puede ni debe aceptar el uso de sustancias prohibidas en la pelota o ningún otro deporte, Béisbol por Gotas le da su apoyo a todos los arriba mencionados.
En este sentido, a la hora de votar, un humilde periodista otorga el beneficio de la duda porque en caso contrario se necesitaría cuestionar también todos los campeonatos obtenidos por equipos de esa era. No se puede penalizar lo uno sin cuestionar lo otro.
He aquí una fórmula especial: se le quita el 10% de los logros a cada uno de estos peloteros “en duda” y se les brinda el voto respectivo si después de esa resta aún redondean estadísticas lo suficientemente contundentes para entrar a Cooperstown.
Pase lo que pase con el total de votos que pudieran recibir Bonds, Clemens, Sosa, McGwire (19.5% en la pasada elección) y Palmeiro (12.6%), es innegable que Morris y Biggio lo tienen todo a su favor para entrar en esta ocasión.
Morris, en su 14ta de 15 oportunidades posibles en las papeletas, se ha venido acercando paulatinamente al 75% requerido al punto de que obtuvo el 66.7% en la votación más reciente.
“El Gato” Morris, un caballo de la lomita capaz de ganar 254 juegos, lanzar con tres campeones diferentes de la Serie Mundial (Tigres de Detroit en 1984, Mellizos de Minnesota en 1991 y Azulejos de Toronto en 1992), y trabajar en 200 ó más episodios en 11 ocasiones diferentes, está listo para dar el salto necesario a la inmortalidad.
Es bastante factible que se acerquen un poco más Jeff Bagwell (56% en la votación pasada), Lee Smith (50.6%), Tim Raines (48.7%), Alan Trammell (36.8%) y el boricua Edgar Martínez (36.5%), algunos beneficiándose quizás por el hecho de que muchos votantes ignorarían por completo a Bonds, Clemens, Sosa, McGwire y Palmeiro.
Biggio figura entre los que aparecen por primera oportunidad y tiene las estadísticas a su favor para entrar de una vez.
A favor de Biggio están sus 3,060 hits –número 21 en la historia en ese departamento-, cifra que sin duda alguna eventualmente lo exaltará a Cooperstown, ahora o más adelante. Guante brillante en varias posiciones, este hombre que jugó toda su carrera con los Astros de Houston es el único en la historia con por lo menos 3,000 imparables, 600 dobletes, 400 bases robadas y 250 jonrones.
Mike Piazza y Curt Schilling figuran también entre los que aparecen por vez inicial y con el tiempo pudieran hilvanar los suficientes votos para entrar a Cooperstown, el primero como el receptor más poderoso de la historia (396 de sus 427 cuadrangulares fueron como careta), el segundo por sus excepcionales faenas de postemporada y por ser uno de los mejores ponchadores de todos los tiempos (15to con 3,116). No hay que olvidar que también aparece por primera vez el otrora gran zurdo David Wells, con 239 éxitos incluyendo un juego perfecto, y 10-5 en postemporadas.
Los destacados jardineros Steve Finley (2,548 indiscutibles) y Kenny Lofton (2,428 hits) disfrutaron de trayectorias brillantes, así como las sumadas por el receptor de lujo puertorriqueño Sandy Alomar Jr., el eterno dominicano Julio Franco (2,586 imparables) y los cerradores latinoamericanos Roberto Hernández (boricua con 326 salvados) y José Mesa (quisqueyano con 321 rescates), pero sus méritos no se asemejan a los mencionados en párrafos anteriores.
La votación de este año no solamente definirá quiénes serán los próximos inquilinos de Cooperstown sino que también dará una idea más clara de cómo va a ser juzgada toda una era por muy “dolorosa” y “sombrienta” que pueda catalogársela.
Hasta pronto y, por favor, nunca pierdan la esperanza.
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