Manolo Hernández Douen
Luis Salazar siempre jugó a la pelota con amor, pasión y disciplina. Como instructor y dirigente su objetivo ha sido pasarle a sus pupilos ese relevo de béisbol de altura.
Ahora el ex versátil pelotero venezolano tendrá otra oportunidad de hacerlo con una de las principales organizaciones beisboleras.
Luego de un año fuera de la pelota norteamericana, Salazar tomará desde el 2011 las riendas de los Hillcats de Lynchburg, sucursal de los Bravos de Atlanta en la Liga de Carolina, en la Clase “A” alta.
Luis Salazar, feliz en su hogar en la Florida, tiene muchas cosas de qué enorgullecerse. Ahora reanudará su carrera como dirigente. |
Salazar, cuya exitosa trayectoria como pelotero en las Grandes Ligas se extendió por 14 temporadas con cuatro equipos, tiene también una amplia experiencia como manager e instructor en las ligas menores.
Asimismo, ha sido instructor de bateo a nivel de las Grandes Ligas con los Cerveceros de Milwaukee y en la exigente pelota invernal venezolana ha dirigido tanto a los Tiburones de La Guaira y las Aguilas del Zulia, por siete y dos temporadas, respectivamente.
“Originalmente querían [los Bravos] que fuera coach de bateo [con ese mismo equipo], pero les gustó la entrevista que tuvimos y pocos minutos después me llamaron para hablarme sobre el puesto de manager”, reveló Salazar de sus conversaciones con el alto mando de los Bravos, cuyo vicepresidente y gerente general es Frank Wren.
El versátil Salazar, quien jugó las nueve posiciones en la Gran Carpa y lo hizo en un solo partido del campeonato venezolano con los Tiburones, está bien feliz de que los Bravos compartan su visión.
“En la entrevista que me hicieron les dije que para mí lo primordial es la disciplina”, expresó Salazar, quien en tres series de playoff promedió .333 incluyendo .368 con los Cachorros de Chicago frente a los Gigantes de San Francisco en la Serie de Campeonato de la Liga Nacional en 1989 y que hace poco fue exaltado al Salón de la Fama de la Herencia Hispana del Béisbol en la Bahía.
“Los jugadores te pueden decidir los partidos, pero los campeonatos los ganan los equipos”, prosiguió Salazar, integrante de aquellos Padres de San Diego que fueron por primera vez a la Serie Mundial en 1984, al hablar de su exitosa conversación con los ejecutivos de los Bravos. “Les di a entender que para mí lo más importante es el trabajo en conjunto”.
No todos los que juegan en las ligas menores acarician el hermoso sueño de llegar a la meta de la pelota, pero Salazar está listo para enseñarle a su nuevo equipo esos fundamentos tan importantes que pudieran ser de mucha utilidad tanto para ellos como para sus respectivas novenas.
“Hay que enseñarlos [a los prospectos] a ser ganadores y a la vez prepararlos para su próximo salto”, es la filosofía de Salazar, quien en sus días de pelotero con los Padres, los Cachorros, los Tigres de Detroit y los Medias Blancas de Chicago era excelente tocando la bola, bateando la pelota hacia el lado contrario del parque y corriendo las bases, entre otras virtudes que necesita rescatar en pleno el Béisbol de Lujo.
Apenas puede esperar este nativo de Lecherías, hermoso balneario del estado Anzoátegui en el corazón del oriente venezolano, para acudir a las diferentes reuniones de su nueva organización en las cuales se irá empapando un poco más con todo lo relacionado a los Bravos.
Parece mentira que ya había pasado un año desde que se quedó en el aire, sin empleo fijo en la pelota norteamericana por primera vez en casi 40 años al no recibir una nueva oferta cuando era demasiado tarde comenzar a iniciar gestiones con una nueva organización.
Ya era bien conocida su habilidad para impartir las enseñanzas que ha venido puliendo a lo largo de su trayectoria, pero por primera vez en su vida tuvo que apelar al recurso de todo ser humano que se queda sin empleo: preparar su Curriculum Vitae en busca de un nuevo trabajo.
“Le doy las gracias a tanta gente que me ha apoyado siempre”, recalcó Salazar, mencionando entre otros a Terry Collins, ex manager de los Angelinos de Anaheim quien fuera su padrino en la organización de los Dodgers de Los Angeles; a su amigo de toda la vida José Martínez, ex pelotero cubano que es asesor del gerente general de los Bravos y Dave Wallace, coordinador de pitcheo de Atlanta.
“No fue fácil”, reconoció Salazar, de 54 años de edad, al referirse a su temporada fuera de uniforme. “Fue duro, porque la pelota es mi pasión. Lo bueno es que pude pasar más tiempo con mi familia, así como se me presentó la oportunidad de ir a Venezuela varias veces para algunas gestiones personales”.
Ahora puede volver a lo suyo, dando los pasos pertinentes con una novena que se estrena en el 2011 en Lynchburg, Virginia, donde estuvo la finca de los Piratas de Pittsburgh desde 1995 y que en las dos temporadas más recientes –por acuerdo especial con los bucaneros- fue hogar de la sucursal de los Rojos de Cincinnati.
“La Liga de Carolina me trae bonitos recuerdos”, refrescó Salazar, otrora prospecto de los Piratas que saltó a las Grandes Ligas en 1980 con los Padres precisamente después de ser canjeado por Pittsburgh. “Allí jugaron muchos paisanos míos, entre ellos Antonio Armas –quien pegó 251 jonrones en las Ligas Mayores- y Omar Olivares, que conectaba más de 200 hits por año”.
Ya cuenta como instructor de pitcheo al ex lanzador de Grandes Ligas Derek Botelho, su coach de serpentineros con el Zulia y en poco tiempo ya tendrá una idea más exacta de las características de su núcleo de prospectos con miras al 2011.
Su objetivo es formar a esos jóvenes con miras al futuro.
Si salen de los Hillcats –especie de gato montés- algunos peloteros que jueguen de la manera como él lo hacía habrá cumplido de manera excelente su nueva misión como dirigente.
Hasta pronto y, por favor, nunca pierdan la esperanza.
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